Sinners. Ryan Coogler, 2025. La metafísica de los Blues..

SINNERS. RYAN COOGLER, 2025.

LA METAFÍSICA DE LOS BLUES.


“Los blues son la matriz oculta  de toda la música contemporánea”.

M.F.

Ryan Coogler, director californiano, es un explorador de la negritud norteamericana; así ha quedado demostrado en sus películas anteriores, como en las sagas de Black Panther y Creed. De lo cual afirmamos, que ha hecho del tema racial parte integral de su visión autoral. En Sinners, su más reciente trabajo, no es la excepción; se nota el conocimiento a fondo que tiene de su propia cultura y el problema histórico que ha significado pertenecer a la comunidad afro en Estados Unidos de América. Su lenguaje cinematográfico suele estar plagado de alegorías y planos colorinches, lo que ya es un estilo glorificado en los últimos años, todo gracias a la influencia (lamentablemente) de directores de la generación inmediata anterior como Tarantino y Nolan. En donde se presentan planos grandilocuentes, simétricos y retacados de color, a más no poder, todo en una atmósfera solemne y afectada. Llegando inclusive, a que muchas películas actuales parezcan montajes de teatro, más que de cine, esos y otros pecados los tiene Sinners. Cuestión que nos lleva a emparentar la primera obra de género fantástico que escribe, produce y dirige Coogler; con la última Nosferatu de Eggers, las cuales no solo comparten temas (mitologema del vampiro); sino también, estilos visuales: saturación de color azul en Nosferatu y en Sinners, de amarillo; escasa iluminación, planos simétricos, el ámbito tradicional en el que se envuelven sus historias, el naturalismo visual, el manejo de las sombras y el conflicto con la maldad…

 

                   En Sinners, tenemos como tema central la apropiación cultural y el conflicto racial en las medianías del pueblo de Clarksdale, Mississippi, cuna de grandes estrellas del blues, como John Lee Hooker, Son House, Ike Turner o el niño prodigio del blues contemporáneo, Christone “Kingfish” Ingram.  Nos relata una historia en la que después de una larga ausencia regresan a la región, dos hermanos gemelos, Elias y Elijah Moore (Smoke y Stack, respectivamente); pero gracias  al mitologema sabemos que todo regreso se torna ajeno y a ese lugar que se vuelve, que parece normal a primera vista, se transfigura en un espacio que es completamente “otro”, cuestión desarrollada durante la película. Se ha afirmado en esos infiernos llamados podcast, repletos de condenados “influencers”, que la película está basada en el mito del pacto fáustico de Robert Johnson, lo cual no es del todo correcto y nos parece simplista. Desde un principio se pone de manifiesto que el demonio no es poseedor de la música, sino que es también atraído por ella (recordemos que Luzbel en su etapa de Ángel era un incipiente músico), por lo tanto Sinners es una deconstrucción de dicho mito, una revisión pertinente que coloca al blues, como música sobre-natural, pero no maligna de principio. De allí la sacralidad simbólica de la guitarra del joven Sammie en su doble vertiente de instrumento y hacha/estaca. La triada heroica está compuesta por los hermanos Moore y su joven primo, el novel guitarrista y pretendiente a pastor  Sammie Moore. Este último, sometido a una constante tensión existencial entre la religión y la música, el chico es llamado a manera de burla “Preacher Boy”, por ser hijo del ministro local. El cual le cita las Escrituras en el principio, advirtiéndole lo peligroso de su satánico oficio: “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis ser partícipes de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios” Corintios 10,21. Frase que atraviesa como relámpago toda la película, puesto que el Juke Joint (asamblea del jolgorio) fundado por sus primos mayores, con dinero mal habido, se configura como la oposición a la iglesia; el aserradero es un pandemónium, lugar de baile y lujuria, donde el canto atraerá a una otredad liderada por el vampiro granjero Remmick y su pandilla de vampiros rednecks. Sammie, como sabemos es un nombre que  nos remite al carácter religioso en los que la comunidad negra ha hundido sus raíces, Samuel fue un profeta y juez de Israel, después aparecido como espectro…

 



    De lo anterior observamos que se denota en el alma de la película los dos mitos o tradiciones culturales norteamericanos por excelencia:

1.- El puritanismo y su cultura sagrada que devino en materialista.

2.- Lo campirano y pastoril que devino en racial.

            Lo más rescatable de la cinta es el trasfondo musical en el que está inmerso (la banda sonora se encuentra a cargo del sueco Ludwig Göransonn): la amplia tradición musical del deep south y todo el sabor de lo que he denominado el American Old Sound. Algunos de los géneros presentes en Sinners son el juke joint blues, chicago blues, work songs, jail songs, spirituals y gospel music. Dichos géneros musicales tienen su origen en el sentir de los pueblos originarios traídos a Norteamérica con fines de esclavitud, como sabemos, los blues están enraizados en una serie de creencias animistas que remiten al demonio desde sus orígenes. Robert Johnson, fue un solista de delta blues estadounidense que para dominar su instrumento, la guitarra española, tuvo que hacer un trato con el diablo, justo en un crucero de caminos (algunos afirman que en Claksdale, Mississippi, topos en el que se desarrolla el filme). Imagen dominada en el conjunto de creencias de los yorubas africanos, tenemos que recordar que los esclavos negros fueron llevados de África no siendo cristianos. Llegaron con el fuerte arraigo de su cosmovisión animista de la existencia, posibilitada por deidades que residían en los cruceros de caminos, los mares y los ríos. Kalfu es el cruce de caminos, aspecto fundamental de la deidad Papa Legba, un iwa (deidad) del voodoo. Su forma es una sombra negra, un ser que es dueño de los caminos que abre y cierra las entradas, por tanto que posibilita la continuidad ya que permanece en los limes: entre la vida y la muerte, el caos y la creación. El veve o símbolo de Legba, el dueño del cruce de caminos, es una encrucijada hecha con palos que sirve como ritual de invocación dentro del voodoo de Luisiana allegado de la isla de Haití. Dicha imagen es la representación astral de aquella fuerza que es llamada para bajar al mundo y escuchar la petición del invocante. Puede ser conjurado trazando una cruz con granos de maíz, polvos de serpiente, ceniza o  granos de café dirigidos como elementos mágicos de atracción del Barón Samedi, una fuerza voodoo cuyo elemento es la cruz y domina el inframundo. Papa Legba, por su parte pertenece a la tradición de África occidental, conocido como el Elewwa orisha, es el vínculo ente Dios y los hombres, dominando el cruce de caminos. Es justo en los cruces donde los africanos dejan sus ofrendas enterradas evitando a los malos espíritus y asegurando el favor de Legba, quien es representando como un anciano con sombrero y bastón que se la pasa engañando a las personas.  La imaginería voodoo del blues está dominada por dicha imagen, junto con los trabajos del mojo (amuleto) y de raíces de diferentes plantas. Para muchos folcloristas norteamericanos Papa Legba es el demonio al que Robert Johnson vende su alma y del que impregna su legado musical de 29 canciones. En Luisiana Papa Legba y Baron Samedi se superponen. El atento análisis de las canciones de blues nos muestra que son un puntual itinerario de esas creencias africanas yuxtapuestas con el cristianismo a su llegada a Norteamérica y las islas del caribe. De hecho los negros cuando fueron cristianizados pensaban que la Biblia era un libro mágico y que Moisés era un hechicero, al convertir su bastón en serpiente, animal que es el centro de sus ceremonias. En el legado musical de Robert Johnson, patriarca del blues norteamericano, se percibe toda esa fantasía voodoo. Compuesto por 29 canciones, los elementos satánicos del cruce de caminos están expuestos en su canción más conocida llamada Crossroads, donde relata de forma velada el trato que hizo con satán por talento musical y fama. Johnson murió a los 27 años de edad en extrañas circunstanciadas, envenenado por su propio destino.  Johnson y sus predecesores van a conformar el blues con muchos de  esos elementos espirituales africanos, repletos de amuletos de la suerte y plantas mágicas propios del hoodoo. Traídas por los esclavos a la Luisiana francesa, yuxtaponiéndose  con el catolicismo  y puritanismo. Dando lugar a una contaminatio de creencias reforzadas por la imagen del doctor brujo, profundo conocedor de los misterios de las plantas medicinales y que en los pantanos potenció sus habilidades por el descubrimiento de nuevas fórmulas. Estos conocedores eran los parteros, los aborteros y médicos a los que se tenía acceso, los negros no eran atendidos por médicos blancos. Toda esa imaginería esta patente en el desarrollo visual y diegético de la película, donde el blues es parte esencial a la historia, donde lo fantástico irrumpe por una cuestión musical; en la que los vampiros tratan de apropiarse de la magia que contiene en si misma el blues, ya que en la película, la música sirve de conexión con el mundo sobre-natural. La música suspende el tiempo y el espacio, uniendo con una conexión musical a cada pueblo alrededor del mundo. La marginalidad es representada dentro de la película por tres culturas: la africana, la irlandesa y la china. Mientras que la crudeza del blues y el slide simbolizan el lamento y resistencia de los negros frente a la opresión blanca, que también trata de apropiarse de su geist.

            Por otra parte, tenemos al gospel, que deriva de las formas musicales clásicas europeas y la himnología luterana, unido a la tradición del canto espiritual negro y las work songs. Los espirituales son coros religiosos que los esclavos entonaban en los campos de algodón, en sus veladas vespertinas y en sus reuniones congregacionales dominicales, que no se diferenciaban en mucho de las ceremonias voodoo. En esos arrebatos decían ser poseídos por el Espíritu Santo y les acometían movimientos espásticos; como se ve también en la santería o en el vudú haitiano. Inclusive, se bautizaban en ríos, dando lugar a la yuxtaposición de elementos cristianos y yorubas. La síntesis de esos tres géneros musicales –country, blues y gospel- con fuertes componentes religiosos y tradicionales, posibilita la aparición de todos los géneros musicales posteriores de Norteamérica, pero ya secularizados. Ejemplo de ello, el rock and roll. Que al menos en su etapa primigenia, es la secularización del gospel. El Old American Sound se encuentra conformado por tradiciones musicales posibilitadas por esos tres géneros fundamentales. En dichas formas musicales observamos enraizados componentes fuertemente religiosos, en los que el blues se caracteriza por su carácter maldito y su marginalidad.

            En Sinners se construye una narrativa fantástica en la que el blues es la llave a esos sub-mundos, donde los vampiros irrumpen para apropiarse de esa musicalidad que funciona como la fuerza narrativa de toda la película, reconocemos fácilmente standars como Juke de Little Walter (Interpretada por Bobby Rush) y Wang Dang Doodle (Koko Taylor) como guiño a la ciudad de Chicago a la que los gemelos ven como “una plantación con chimeneas”. Aquí lo otro está conformado por la blanquitud, como una alegoría del discurso político que tiene que ver con el igualitarismo y la opresión racial. Lo blanco es lo demoniaco, alegorizado en un vampiro hillbilly que quiere imponer su festín sangriento a la comunidad de ese micro universo representado por el juke joint. El mito del regreso se hace pertinente, pues los gemelos se darán cuenta que han retornado a un lugar diferente al que dejaron.

     Michael B.  Jordan le da vida a los gemelos Smoke/Stack, Elijah/Elias Moore. Personajes que operan desde el mito del doble, de la sombra y de los gemelos. Representaciones de la dualidad, las fuerzas cósmicas, el sol, la luna y las fuerzas del cielo y la tierra. En las culturas antiguas los gemelos son símbolo de lo oscuro y lo luminoso, por eso uno de ellos lleva como elemento representativo un sombrero rojo (carácter colérico/fuego) y el otro una boina azul (carácter melancólico/agua). Uno representa la claridad y otro lo negro, uno lo material y otro lo espiritual. Los gemelos representan en diversos ambitos las dos interioridades del hombre, como en los Dioskuros o Gemini, uno impulsivo y otro domador de caballos. Por lo tanto, tienen inherente el carácter del sacrificio (entre los aztecas existía el Tezcatlipoca rojo y el negro, entre los quichés los dioses gemelos cómplices Hunahpú e Ixbalanqué vencedores de los Señores del Inframundo), prácticamente en todas las culturas el mitologema de los gemelos refleja que uno es el doble o copia exacta del otro. Es una unidad escindida, no solamente desde lo biológico (aunque no necesariamente), sino también desde lo espiritual. Aquí lo manifestado es un juego de espejos, conveniente al mitologema del vampiro. Es pertinente recordar que en la África Occidental, a los gemelos se les adoraba y se les tenia por magos. Los mellizos son la representación de la contradicción y re-unión de los opuestos. El cruce de caminos es la re-unión de los gemelos sagrados, por ello son la encrucijada de su primo Sammie, los mellizos representan la línea horizontal y vertical de la encrucijada; por ello uno representa la línea de lo inmanente y el otro la línea de lo trascendente; uno quedará en la tierra para encontrar una inmortalidad inmanente y maldita, mientras que el otro “subirá al cielo”. El nacimiento de gemelos representaba la unión de un ser mortal y otro inmortal. En la película, los gemelos ostentan los nombres de Elías y Eliseo, maestro y sucesor, profetas del antiguo testamento que realizaron múltiples milagros, en un plano de la película uno de los gemelos (Elijah, “Dios es nuestro señor”) se convierte en una columna de fuego, tal y como es arrebatado en un torbellino el profeta Elías, así descrito en el libro segundo de Reyes. En la película será invertida dicha idea, puesto que Elijah es “arrebatado” al cielo por el mal del que ha sido contaminado.



            El jefe de los vampiros, Remmick, tiene de sí una dualidad que trata de apropiarse del geist del joven bluesman, Sammie, el cual siempre parece estar flanqueado o situado simbólicamente en diferentes planos por cruces. El muchacho se aferra a su guitarra mástil- hacha-estaca, hasta el fin.  Final por cierto, en la que eso vampírico continua re-circulando por la tierra y adecuándose a los tiempos. El filme dialoga con muchas otras películas: con el cine de Walter Hill y su cinta de culto La Encrucijada; con Vampiros, de John Carpenter; Del Crepúsculo al Amanecer, de Robert Rodríguez; la reciente Nosferatu, de Eggers y el cine de los Cohen. Sinners es en esencia, también, una odisea musical, en la que el blues trasciende el tiempo y el espacio para converger en todos los géneros contemporáneos. Convirtiéndose en el hilo conductor de la cultura pop y sus residuos. Un viejo Sammie, interpretado por el maestro Buddy Guy, ostenta en el rostro la marca cainita subyacente en la cultura musical, solo para concluir: recordemos que un descendiente de Caín llamado Jubal, fue aquel que desarrollo música.                                                          


 Escribe, Iván González.

               


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