Stagecoach (1939): El corazón del héroe.

EL CORAZÓN DEL HÉROE.


LA DILIGENCIA DE JOHN FORD.


Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos.

(Mt 11:9, RV 1960).



¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.

(Mat 21:31 RV 1960).



El director John Ford fue católico, sus películas están enmarcadas dentro de esta tradición y deben interpretarse en clave cristiana. La Diligencia (1939) es la muestra de que el cine está sostenido de elementos simbólicos, sagrados y mito-poéticos que permiten encarrilar esos datos tradicionales que contiene el arte en la época de la movilización total.


Henry Ringo Kid (John Wayne) es un héroe que aparece en la frontera entre la civilización y el desierto. El pistolero siempre es tomado en medio de la diligencia en actitud que se resume en la frase «Hay ciertas cosas de las que un hombre no puede huir». El héroe trágico, aquí un forajido, converge con otros personajes menos morales: un doctor borracho y una prostituta. Esta triada representa al detrito social condenado históricamente. Esa actitud fariséica del puritanismo WASP es representada por otros personajes dentro de esa nave microcosmos que es la diligencia y en el pueblo inicial donde un puñado de señoras alzadas miran con desprecio a la prostituta. El periplo de esta movie road es una actualización del cuento Bola de Sebo de Guy de Maupassant, aquella crítica al moralismo pseudo-religioso de una sociedad burguesa representada por unos pasajeros que se ven obligados a viajar en huida con una regordeta cortesana. Así comienza ese viaje iniciático de la película hacia la redención. El tema central de la cinta es la redención de Dallas, Ringo y Josiah Boone (un doctor alcohólico que siempre tiene en la boca una frase para decir y definir). Antes de completarlo tienen que atravesar un desierto infestado de indios. El peligro acecha y el viaje es una vez más un ascenso-descenso de un punto A hacia un punto B, tal como se ve en películas como Los Guerreros o la misma Mad Max Fury Road. Podemos afirmar sin lugar a dudas que esta última es una reinterpretación de La Diligencia: "Me llamo Max y mi mundo es polvo y sangre”. Mad Max Fury Road es una brillante reinterpretación del héroe Fordiano y la caravana de mujeres presente, en obviedad.


En la pieza maestra de Ford, la acción ocurre dentro de la carreta, donde el carácter de los viajeros se deja entrever de manera magistral en cada plano del genio John Ford. El banquero corrupto y su afán de una América para los americanos es la contraparte del héroe. Retrato fiel de la mentalidad capitalista, este personaje llega a repugnar más que cualquiera dentro del micromundo. Es un hombre carente de humanidad que huye con un dinero que no le pertenece y que le hará responder por su vida al fin de la película, cuando termine escoltado por el pueblo a un final abierto; pero seguramente nada agradable para él.



La Diligencia es una película que muestra claramente los elementos más significativos del cine: John Wayne simboliza el corazón del héroe en su búsqueda de redención. Esta redención es el cine mismo. Es a través del fuera de campo que la trascendencia mueve al arte por aquel impulso de mirar más allá de una fría imagen estática. No se equivocaron al llamarlo cine: el movimiento de la imágen se convierte en contraparte del terror de la guerra comenzada en el mismo año que se estrenó la película. A la par que se estrenaba aquella película de la época del cine clásico de Hollywood, en Europa estallaba la Guerra más cruenta de la historia.

El cine de John Ford se descubre en lo simbólico. El símbolo más obvio es el desierto de Arizona como espacio diegético que opera también como etopeya del héroe y su carácter árido. Ringo Kid aparece en escena justo en el límite entre el pueblo y el desierto. Esa presencia epifánica gloriosamente filmada con ese zoom mientras gira la escopeta es la quinta esencia del cine. Esa imagen se ha recreado de manera constante en el cine de acción, por ejemplo en Terminator de James Cameron.


En la carreta no solo viajan los nueve, ahí vamos todos. La carreta es el topos político por excelencia, en el lenguaje corriente y los dichos se ha llegado a decir "todos vamos en la misma carreta (o barco)", "al andar de la carreta se van acomodando los huacales" y el más obvio: "jalan más un par de tetas que un par de carretas". La política está a bordo, la asamblea es necesaria y constante, las fuerzas sociales e históricas están representadas en los viajeros: una mujer embarazada que dará a luz a la esperanza, una prostituta expulsada de la comunidad, un médico, un vendedor de alcohol, el guardián del orden, un forajido, un empresario rapaz, un apostador y un conductor.


Este andar de la carreta es el camino a la redención, a la salvación interrumpida por un grupo de salvajes ávidos de sangre. Lo providencial está presente en el film: las épicas trompetas suenen y acuden a la liberación final. La venganza de Ringo contra Lordsburg es el clímax de esta pieza magistral del cine clásico. La contraparte del héroe es Gatewood: "A la cárcel con sus huesos", un privilegiado egoísta, ambicioso, materialista, pragmático y egocéntrico que critica la intervención del gobierno en el mercado: "el país sería otro si tuviéramos un presidente empresario" (Norteamérica lo haría realidad con Trump más de cincuenta años después). Este personaje es el único irredento, su conducta lo lleva a la fosa. Ford toma partido por la unidad y el consenso para salvar a la comunidad del gran peligro que acecha aquí y ahora. La aventura legendaria del oeste no carece de sentido político y sociológico, esta dimensión se apoya una vez más y con firmeza en el punto de vista siempre personal, la sencillez y el humanismo del más grande historiador que nos ha legado el cine clásico norteamericano.

La redención llega de la mano de la prostituta y el forajido, sin duda resuena una crítica al fariséismo WASP, muy similar de aquel que condenaba al Señor por juntarse con publicanos y rameras. Aquí la dejo y nos leemos en la próxima.


Escribe, Iván González.

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