The Equalizer 3 (2023): Vida y regla.
The Equalizer 3 (2023):
Vida y regla.
Hominem unius libri timeo.
Santo Tomás de Aquino.
El
personaje de Robert McCall regula de manera obsesiva cada elemento de su vida,
desde las tomas de alimentos hasta el tiempo que debe tomar para matar. No es
de extrañar que fue en los monasterios donde se perfeccionó la medición del
tiempo de manera crucial, obedeciendo cada aspecto de la vida del monje con su
momento del día. La horología es la disciplina por excelencia, es la ciencia
medieval que hereda a occidente su obsesión por el tiempo. En la antigüedad se
media el tiempo por medio de clepsidras y sombras proyectadas por el sol, pero
las actividades en el monasterio debían ser tan específicamente regladas que
tuvieron que inventarse dispositivos exactos con el fin de marcar cada momento
de la vida del monje. El reloj mecánico desarrollado en occidente eclipsó por
completo a las clepsidras arcaicas de oriente. Se han descubierto grandes
avances en la invención de medidores de tiempo en los monasterios desde el
siglo X. El monje inglés Richard de Wallington los perfeccionó en el siglo XI,
brindando un exhaustivo seguimiento de las horas canónicas. En los libros de
las reglas se establecía una liturgia de las horas que se dividía en los
siguientes momentos:
·Maitines: antes del
amanecer.
·Laudes: al amanecer.
·Prima: primera hora
después del amanecer, sobre las 6:00 horas de la mañana.
·Tercia: tercera hora
después de amanecer, sobre las 9:00 horas.
·Sexta (de donde deriva la
palabra siesta): mediodía, a las 12:00 horas después del Ángelus en tiempo
ordinario o el Regina Coeli en Pascua.
·Nona: sobre las 15:00,
Hora de la Misericordia.
·Vísperas: tras la puesta
del sol, habitualmente sobre las 18:00 después del Ángelus en tiempo ordinario
o el Regina Coeli en pascua.
·Completas: antes del
descanso nocturno, a las 21:00.
Con
ese método se aseguraba una completa regulación de la vida del monje para cada
hora del día. Una disciplina que adquiría valor de renuncia y pugnaba por una
vida instrumentada. Esa instrumentación se corresponde con otra figura
preponderante de la religión católica: el santo, el cual por gracia divina ha
sido elevado a la categoría de instrumento de Dios como obrador de milagros. El
personaje de McCall cumple con esa cifra, desde el inicio es testigo de la
sangre de su martirio y derrama el vino como sacrificio.
En la bodega de vinos observamos tres elementos simbólicos visibles de la sangre: a Cristo crucificado, el vino tinto y la copa-cáliz, antes de la matanza y la casi muerte de McCall por parte del hijo del mafioso; elementos que apuntan a la figura crística del héroe de acción. Dicho simbolismo está enmarcado desde la primera película, en la que se observa otro de los hábitos obsesivos del personaje: la lectura diligente. En The Equalizer (2014) el policía dará lectura a un libro llamado El viejo y el mar (Ernest Hemingway), el cual tiene que ver con un pescador.
En la tercera entrega sólo aparece un libro, el cual Robert McCall tiene al lado de su cama junto con un arma, se trata de la Biblia, un libro que trata también acerca del aspecto justiciero y vengador de Cristo. A fin de cuentas Jesús es el gran igualador; todas las cosas están unidas en Cristo y Él une aquello que Satán ha separado en el Edén. La igualdad es un valor cristiano por excelencia, visto a la luz de la Escritura podemos comprender que la marca de los tiempos modernos es la igualdad del demonio: Satán quiere igualar aquello que él mismo ha separado, pero a través de una equidad monstruosa. En sentido contrario, la diversidad se ha entendido también en ese carácter monstruoso. La enemistad originaria está enmarcada por la promesa de Genesis 3:15, pasaje conocido entre nosotros los teólogos como el proto-evangelio:
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” (RV, 1960).
La enemistad originaria está marcada por la
mujer. La gran promesa mesiánica proyecta el futuro hacia María como Madre de
Dios. La gran discusión nestoriana acerca de las naturalezas de Jesús afecta
ineludiblemente la gracia plena de la Virgen María: si Jesús es completamente
Dios y completamente hombre, y ambas naturalezas convergen sin indistinción,
ergo María es theotokos, es decir paridora de Dios. Dicha definición
dogmática fue instaurada durante el Concilio de Éfeso de 431 y afecta tanto a
la cristología como a la mariología. Hoy por hoy quién niegue a María como
Madre de Dios es un hereje nestoriano. Dicha formulación dogmática ya era
reconocida popularmente por la Iglesia como da fe la oración de dos siglos
antes al Concilio llamada Sub Tuum Praesidium. A Dei Genatrix, se
le observa durante la matanza en la mansión del líder de la camorra: se celebra
durante esa noche a Santa María del Bando y la exaltación a la madre de Jesús
es evidente.
La lucha entre la Iglesia y Satanás está presente en
la película, simbolizada por la presencia de La Camorra, una mafia del sur
italiano que inclusive refleja su carácter sagrado por medio de sus ritos y
burlas a la Iglesia, un vitral del Arcángel Miguel adorna el techo de la cama
donde descansa el capo. Normalmente las mafias locales de cada país adoptan los
ritos e iniciaciones propias del ámbito religioso donde se desenvuelven, pero
lo hacen de manera paródica, en México inclusive adoran símiles de santos pero
de manera invertida…
El vínculo entre crimen organizado y religión se encuentra presente en The Equalizer 3: observamos la constante del uso de
iconos religiosos por los capos, pareciera que son mas creyentes que los
creyentes.
En una de las escenas climax el capo es enfrentado por un sacerdote y la comunidad unida en un espíritu religioso expulsa al comando de sicarios. The Equalizer 3 nos brinda un final glorioso en el que después de restituir el simbolismo de los peces y las cruces, Robert McCall comete un asesinato ritual y sacrificial en el que la bestia es arrastrada y muerta durante la exaltación de María siempre Virgen. Es sin duda el film que homenajea aquel otro personaje católico y mariano por excelencia: John McClane en Die Hard. Es de admirarse que un director como Antoine Fuqua entienda mejor el carácter fugitivo del tiempo que un burdo Nolan que tropieza torpemente con ese elemento en cada una de sus películas. Fuqua logra atar de manera simbólica las tres caras del tiempo como chronos, kairos y aionos. Me voy a permitir esquematizarlo, si no se entiende es problema suyo, no mío.
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