True detective (2014): eterno retorno (II)

 True detective (2014): eterno retorno (II)


In circuitu impii ambulant secundum altitudinem tuam
multiplicasti filios hominum.
(Ps 11,9 Vulgata)

1.- El pensamiento más pesado.


En la Bibliothèque nationale de France (Département des manuscrits, Latin 8846, fol. 20r.) existe una lámina ilustrada que retrata un grupo de hombres que caminan y permanecen absortos alrededor de una serie de círculos concéntricos como si estuviesen hipnotizados, cuyo centro parece también estar viendo al observador.

Dicho iluminado describe una cita del Libro de los Salmos, que en la Vulgata corresponde con Ps 11,9, mientras que en otras Biblias se encuentra en Ps 12,8. En el Tehilim se lee: סָבִיב רְשָׁעִים יִתְהַלָּכוּן כְּרֻם זֻלּוּת לִבְנֵי אָדָם: (Saviv reshaim yit’haláchun, kerum zulut livnê Adam). En la Septuaginta dicha cita reza: κύκλῳ οἱ ἀσεβεῖς περιπατοῦσιν κατὰ τὸ ὕψος σου ἐπολυώρησας τοὺς υἱοὺς τῶν ἀνθρώπων. Dicho versículo es complejo de traducir y la mayoría de las versiones modernas trasladan ese “saviv” del texto hebreo original por un “alrededor” “aquí y allí”, “en torno” y “que nos cercan” sin sentido. Ya que tanto el “saviv” hebreo, como el “circuitu” latino y el “kyklos” griego significan simplemente “circulo”. Una traducción más cercana sería: “los malvados caminan en círculos, conforme a tu grandeza multiplicaste los hijos de Adán”. Casiodoro Senador al respecto comenta:

Estos que deambulan en círculos son los herejes, que giran dando vueltas de error en error, y se multiplican en gran manera, pero jamás logran llegar al centro porque rehúyen el camino de la verdad… Los impíos jamás alcanzarán el reposo del día octavo, porque no van hacia ninguna parte, pues giran sobre sí mismos como ruedas. [Explicación de los Salmos, 12, 8.]

 


Para los Padres de la Iglesia la doctrina correcta conduce a un eschaton, a un fin, mientras que los paganos “caminan en círculos”. La concepción clásica del cosmos es, a diferencia de la cristiana, que todo es eterno, un inevitable retorno a lo mismo. En los mitos, el tiempo es enteramente cíclico, se concebía al Cronos-chronos como un devorador. Al no contar los griegos y los hombres primitivos con la revelación y tener la experiencia diaria de observación a la naturaleza; se percataron de los ciclos que gobiernan la vida: ciclos agrícolas, lunares, estacionales, de vida y muerte. El Padre tiempo con su hoz no sólo siega los genitales de su padre, también devora a sus hijos. En esa cosmovisión greco-latina el tiempo es un fuego devorador que todo lo consume.


El punto de partida soporte del pensamiento griego fueron los mitos y esa valorización influyó, no sólo su cosmogonía, también su metafísica y su ontología. El mito del eterno retorno lo vamos a observar en la filosofía pre-socrática, principalmente en Heráclito de Éfeso (fragmentos 30, 31, 51, 63, 67 y 88). El mito del retorno de lo mismo adquiere tintes de doctrina con los estoicos y es recuperada por diferentes movimientos filosóficos, místicos, políticos, esotéricos y ocultistas hasta bien entrado el siglo XX. Su idea y simbolismo lo podemos observar en disímiles movimientos: desde Nietzsche hasta G. I. Gurdjieff. Por tanto, la recurrencia puede encontrarse en diversas culturas antiguas y sociedades primitivas. Mircea Eliade observa que el arquetipo de la repetición surge como posición ante el terror de la historia y “fue por primera vez superado por el judeocristianismo”, de lo cual escribe: “introdujo en la experiencia religiosa una nueva categoría: la fe”[1]. Eliade, y otros autores, observan que la religión única y posible que supera con éxito el horror del tiempo cíclico de lo mismo, dentro de la única experiencia posible de fe; es el cristianismo. No es espacio para desarrollar este tema, pero positivamente afirmamos que la única religión per se histórica que supera la cosmovisión de tiempo cíclico y hereda la cosmovisión de una nueva era: la consciencia del tiempo lineal, es la cosmovisión cristiana.

La religio única y posible es aquella determinada por la cultura romana. Las otras lenguas no tienen una palabra cuyo significado abarque todo lo que en nuestro ámbito cultural queremos decir, por ejemplo, con la palabra religión. Los romanos no comprendían la religión separada de la vida política y del ámbito profano. La religio no podía ser algo separado de la esfera pública y es aquí dónde podemos comprender en toda su dimensión la lo público del culto cristiano y su servicio. Querer entender la religión mesiánica como una experiencia de gnosis particular o una experiencia individual de carácter meramente místico es alejarse totalmente del mensaje primordial de Cristo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”[2].Como bien apunta Heidegger:

No obstante, haríamos bien en mantener alejadas desde el comienzo de esta lección las connotaciones teológicas del pensar inicial y, con ello, la opinión de que la teología ha determinado el comienzo de la filosofía. Pues los dioses y lo divino de la antigüedad griega no son apropiados para una teología, ni siquiera cuando se toma el término en sentido amplio y no sólo como explicación racional y orden de la doctrina de una “religión” dada. No existe, en absoluto, ninguna “religión” griega. La palabra religio y lo que ésta designa son de esencia romana. Puesto que no hay ninguna “religión” griega, tampoco hay ninguna “teología” griega [Heráclito, p. 34].

Aclarando lo que haya que aclarar, in stricto sensu, la única religión posible es la religión cristiana, tanto en su modus de revelación como experiencia histórica y en su carácter de unidad-universalidad abierta a todo practicante. No es una experiencia sagrada de carácter exclusivista o elitista. Sólo puede ser confesada en comunidad. Ya trataremos del carácter sectario y cerrado de su imitación llamada gnosticismo…

No queremos exponer aquí un carácter “panspérmico” de la historia, mucho menos maniqueo. Hay almas descarriadas que insisten en fijar los acontecimientos como surgidos por generación espontánea ¡Error! O Tal vez ceguera. El éxito de la hermenéutica histórica cristiana (y la única posible) muestra que cada suceso es parte de un orden mayor cual poema inefable[3]. Hasta en ello los antiguos nos superan: las fundaciones no eran tales, eran continuaciones… y cuasi oposiciones. El cisne de Padua en la Eneida es el puente entre mito e historia, entre los antiguos aedas y Agustín. Sabemos que de los autores latinos, Virgilio fue el que más influyó en el Doctor de la Gracia. Antes de la oposición entre la ciudad de Dios y la Ciudad de los hombres, Virgilio en los 83 versos primeros de su poema presenta el conflicto entre dos fundaciones de urbes: la Ciudad de Roma y la de Cartago, la afirmación de Eneas y la des-realización de Dido, entre lo que es y no es.

Agustín mostrará tres siglos y medio después esa oposición proyectándola hacia el cielo entre la Ciudad de Dios y la Ciudad de satán. Entre lo fértil y lo infértil, condición establecida desde ab origine en el relato de Génesis, en dicho libro está perfectamente delineada la anti-tesis originaria entre la descendencia de Caín (fundador de la primera ciudad terrena) y la de Set. Virgilio es el pendant entre Agustín y las concepciones arcaicas de la repetición. Ese novum ordo saeculorum, parecía inclusive ser intuido por Virgilio en la ya multicitada Égloga Cuarta. La oposición de nuestros tiempos entre ser y no-ser es una reverberación de ese paradigma teológico.

El tema del eterno retorno y el motivo creación, caída, redención y consumación tiene por primera vez su vis-à-vis definitivo en la época patrística. Y es San Agustín de Hipona, quien de manera práctica la desarticula en precisamente Civitate Dei, por medio de una refutación de la concepción clásica del tiempo.

Los que esto preguntan, si pretenden que el mundo es eterno y sin principio, y, por tanto, piensan que no fue hecho por Dios, están muy lejos de la verdad y desvarían con el morbo fatal de la impiedad…. [Agustín, Op. Cit., p. 720].

Es justamente en el simbolismo de la cruz que ese eterno circulo vicioso se hace virtuoso, encuentra sentido como representación de la salud, así como en el desierto el báculo de Moisés es tendido con una serpiente para vencer ese terrible “ouroboros”. Ese fatalismo circunspecto es centrípeto y colapsa hasta la locura, la locura de la cruz por otra parte es centrifuga y liberadora…

2.- Porque la palabra de la cruz es locura...


Dichos elementos en oposición se mueven en los ocho episodios de la serie True Detective, desde el openin´, la cruz aparece de manera simbólica como eje vertical, ya sea como postes de luz, árbol, carreteras, mirillas, cúpulas, lámparas, llaves y el title card de la primera temporada. Es un símbolo permanente, al igual que todas las imágenes espiraliformes que aparecen como símbolos del eterno retorno: la lata plana, los hombres de hojalata planos que Cohle construye con las latas de cerveza, los círculos que describe Childress cuando poda el pasto, los tatuajes en forma espiral y las continuas referencias al Eterno Retorno existencial de Nietzsche.


El problema del tiempo ha sido motivo de discusión prácticamente en todo sistema de pensamiento y a este alude Rust Cohle cuando en uno de sus diálogos más aciagos afirma: “… en la eternidad, donde no existe el tiempo, nada puede crecer, nada puede llegar a ser, nada cambia. Por eso la muerte creó el tiempo, para cultivar las cosas que matará”. Ese terror al tiempo, que ya comentamos fue advertido por Mircea Eliade, solo pudo re-solverse por medio de la fe en la cruz. En ese sentido podemos entender porque la historia de los hombres siempre tiene una signatura teológica.

Dentro del curso de la historia el sentido del eterno retorno permaneció latente en la filosofía hasta que volvió a exponerse en occidente con la voluntad de poder de Nietzsche. Inclusive, estuvo presente en la visión histórica del monje calabrés Joaquín de Fiore cuando entendía, no el eterno retorno, sino el Evangelio Eterno como rotulus in rota que produce la historia. Conceptos políticos como re-forma- re-volución, re-curso, ciclo económico y movimiento, son secularizaciones de ese paradigma teológico. Vico en Principios de una Ciencia Nueva expone la idea del corsi e ricorsi, en la que no observa un carácter lineal de la historia, sino una espiral de acontecimientos que nos devuelve en un retorno a una edad de barbarie. Idea muy parecida, aunque sin parentesco, a las visiones hindúes de los yugas. Como observamos; la visión cíclica de la historia permaneció en el pensamiento occidental hasta nuestros días. Como conclusión, las fluctuaciones históricas y las muestras de barbarie del siglo XX, el saculum del horror dieron la razón a Vico. Lo intuye Guy Deboard en la tesis 23 de la Sociedad del Espectáculo cuando afirma “Lo más moderno es también lo más arcaico”.

True Detective expone una anti-tesis clara: el terror del tiempo vs la esperanza de la cruz. El mitologema del eterno retorno se nos presenta como una ipseidad sin contra-punto. El detective Cohle y su ansiedad es parte de un orden mayor que enfrenta una terrible sociedad secreta que trata de apropiarse de lo inefable a través del sacrificio, de aquellas víctimas precisamente históricas, los niños y las prostitutas.

Cohle es la viva imagen del Übermensch; su visión trágica, pesimista y nihilista va acorde con la concepción del absurdo de la metafísica alemana, no hay medios todo deviene en finitud. Esa contradicción es la que enfrentará en el último episodio de la serie donde todo cobrará sentido. Es en la “carcosa” mítica y laberíntica donde se revelará el milagro, es un símbolo del descenso al infierno, un reino bajo donde impera la muerte y lo fantasmal, así lo revela una maniática Delores, la sirvienta de los Tuttle, en un momento de demencia: “Carcosa. El que se come el tiempo, el que roba. Es un viento de voces invisibles. La muerte no es el final. Alégrense, la muerte no es el final”.


El detective Martin no se encuentra exento de esas contradicciones, Errol Childress tampoco. Su laberinto mental es una Carcosa repleta de caos y sin-sentido. La mente de los personajes se extiende hacia el espacio diegético de la serie. El nihilismo es la atmósfera mental que impregna cada capítulo de la primera temporada, sólo superado con la ascensión final de los personajes y su completa redención; solo lograda a través del misterio de la cruz.

Esa “psico-esféra” esta imbuida en esa “psico-geografía” del profundo sur americano, Childress es un maniaco perturbado por los constantes abusos acaecidos en su niñez y su locura; es una extensión de esa serie de relaciones consanguíneas, que ya son un común en las historias de los pantanos, con su alta overdose de decadencia y destrucción de la American old weird. Esas degeneradas familias puritanas son perfectamente descritas por autores norteamericanos como William Faulkner en, por ejemplo, el Ruido y la Furia. En la serie, el encuentro con ese alter mundus, que parece siempre anunciarse, se concretizará en la visión del ojo de la cúpula, donde el humo ya no ira de los hombres a los dioses, sino de un terror más allá entrando al nuestro. Es el arribo de lo Unheimlich.

El nihilismo es la ideología del no-ser y es la atmosfera mental de la serie. La filosofía alemana deviene en nihilismo, es la construcción de una metafísica inversa. Su profeta más radical fue Nietzsche. En la Ciencia Jovial, eterno retorno, voluntad de poder y súper-hombre se alinean en esa idea en el aforismo 341:

La mayor gravedad. Qué te sucedería si un día o una noche se introdujera furtivamente un demonio en tu más solitaria soledad y te dijera: “ Esta vida, así como la vives ahora y la has vivido, tendrás que vivirla una vez más e innumerables veces más; y nada nuevo habrá allí sino que cada dolor y cada placer y cada pensamiento y suspiro y todo lo indeciblemente pequeño y grande de tu vida tendrá que regresar a ti, y todo en la misma serie y sucesión – e igualmente esta araña y este claro de luna entre los árboles, e igualmente este instante y yo mismo. El eterno reloj de arena de la existencia será dado vuelta una y otra vez ¡y tú con él, polvillo del polvo!

¿No te arrojarías al suelo y rechinarías los dientes y maldecirías al demonio que así te habla? ¿O has tenido la vivencia alguna vez de un instante prodigioso en el que le responderías: “Eres un Dios y nunca escuché nada más divino?” Si aquel pensamiento llegara a tener poder sobre ti, así como eres, te transformaría y tal vez te trituraría; frente a todo y en cada caso la pregunta: ¿Quieres esto una vez e innumerables veces más?”¡Recaería sobre tu acción como la mayor gravedad! ¿O cómo tendrías que llegar a ser bueno contigo mismo y con la vida, como para no anhelar nada más sino esta última y eterna confirmación y sello? [Nietzsche Friedrich, Ciencia Jovial, p 200]

Incipit tragoedia, así comienza el siguiente aforismo. Esa anunciación inversa que parece profetizar lo que vivirá Europa en su ocaso, es también el comienzo del horror. Esa nada es la inversión del ex‑nihilo, no como ab origine, sino como ab infinitum; es el arribo del eterno retorno como la doctrina fundamental del nihilismo europeo.

Nihilismo es una Weltanschauung, su significado es simplemente “nada más”. Nada más allá, nada trascendente, nadidad, sin valor, anomos, y su postulado más radical es “Dios ha muerto”. Cristo ya no tiene poder sobre el ente y su historia. Es la afirmación del ente frente al Dios cristiano. Todo eso que reina en lo supra-sensible es la meta­-física; aquello que está más allá de la phisys, la naturaleza. Aunque ese acabamiento es también un paradigma teológico que comenzó con el postulado de los atributos de Dios y la teología negativa…

Por tanto nihilismo es la trans-valorización de todos los valores, la ley es el ser. La metafísica de Nietzsche es una pirámide inversa, ya no se extiende hacia Dios, sino a las profundidades del ser. A partir de aquí el ente intenta el escape del laberinto cavando un pozo, no haciendo una escalera. Solo verá estrellas negras reflejadas en el fondo.

Esa nada que no-es, en el nihilismo deviene en ser, el ser del no-ser. Esa distinción es un mal comprender derivado del ya viejo conflicto gnóstico de la naturaleza de Cristo y del conflicto del mal como ausencia o como sustancia…

El nihilismo es un gnosticismo que inmanentiza ese añejo problema teológico. El nihilismo es la operación mágico-alquímica que permite ver cumplida la voz de la serpiente antigua: "... y seréis como dioses..."; es un círculo mágico que atrapa el “kernel” y lo vuelca hacia "el sí mismo". Es el suicidio del ser. Es la "substancia" anticristica por excelencia. En este punto podemos y debemos afirmar que la ideología es una herejía de carácter parusístico. Es una "pneumopatología", usando un término de Eric Voegelin. En ese horizonte, hay tres figuras que se erigen y dominan la cultura, ese cancerbero que ladra a las puertas del infierno de occidente se llaman: marxismo, nihilismo y psicología. En un capítulo posterior dedicaremos un amplio análisis de esos tres sistemas.

Ya Ángel Faretta ha explicado sobradamente porque los teutones “dan de bruces con la metafísica”, es precisamente un conflicto de territorialidad y geografía. Ha dicho Faretta: “Los anglosajones son áridos, sordos y cerrados a toda metafísica… Los latinos y mediterráneos llegamos sin esfuerzo a ella, casi cotidianamente y sin sobresaltos”. Muchos lo entendemos desde nuestros paisajes, basta pasar el día en una playa para entrar en contacto con lo enorme.

No nos vamos a extender más de lo necesario, el conflicto entre cristianismo y eterno retorno no es nuevo: “Nihil novum sub sole”. Precisamente en el Eclesiastés existe una valiosa exposición de todo lo que retorna:

1.Palabras de Cohélet, hijo de David, rey en Jerusalén.
2.¡Vanidad de vanidades! - dice Cohélet -, ¡vanidad de vanidades, todo vanidad!
3.¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?
4.Una generación va, otra generación viene; pero la tierra para siempre permanece.
5.Sale el sol y el sol se pone; corre hacia su lugar y allí vuelve a salir.
6.Sopla hacia el sur el viento y gira hacia el norte; gira que te gira sigue el viento y vuelve el viento a girar.
7.Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al lugar donde los ríos van, allá vuelven a fluir.
8.Todas las cosas dan fastidio. Nadie puede decir que no se cansa el ojo de ver ni el oído de oír.
9.Lo que fue, eso será; lo que se hizo, ese se hará. Nada nuevo hay bajo el sol.
10.Si algo hay de que se diga: «Mira, eso sí que es nuevo», aun eso ya sucedía en los siglos que nos precedieron.
[Ec 1,10 Biblia de Jerusalén]

Para finalizar, en Éfeso en tiempos del Apóstol Pablo existía un fuerte culto a Artemisa, diosa de la caza y del arco, aquella misma que era protectora de los textos de Heráclito. San Pablo visitó la ciudad de Éfeso y causó gran tumulto, sus seguidores quemaban los libros dedicados a la diosa, mientras los fanáticos por horas clamaban ¡Grande es Artemisa de Éfeso! Pablo predica ante aquellos ardientes paganos la locura de la cruz: “Porque los Judíos piden señales, y los Griegos buscan sabiduría: Mas nosotros predicamos á Cristo crucificado, á los Judíos ciertamente tropezadero, y á los Gentiles locura…” locura para los perdidos y salvación para los sabios. La cruz como potencia de Dios. Para Heráclito el cosmos es un fuego eterno que arde, para Pablo el cosmos cumple un propósito mayor a través del fuego del logos que prueba la fe de sus elegidos.

Adenda.


La apertura-rutura es la herida trágica del héroe, dicha herida puede ser física, emocional, mental y/o periférica. Poniéndolo en términos más sencillos: puede haber heridas que afecten el cuerpo, la mente, el alma o el espíritu. Evitando cualquier dualismo o tricotomismo vulgar, sería proyecto futuro interpretar dichos estadios de la esfera humana, aquí no será el lugar.

El detective Rust Cohle tiene abiertas dichas heridas, es el punto de rutura-sutura de un pasado turbulento en el que la figura del padre se ha diluido y ha perdido todo lazo con su familia circundante; le ha provocado la herida abismal de la angustia. Siendo dominado por un sentimiento de vacío permanente. Es la caída y pérdida de la fe.

En torno de los ocho episodios, la apertura-rutura de Cohle deviene en permanente. La tragedia y la épica griega heredaron a la poesía este mitologema, lo observamos en Aquiles, Héctor, Edipo, el Quijote, Eneas, Herácles, Teseo y prácticamente en todo relato antiguo. También lo observamos en Cristo, sus siete heridas desde Getsemaní al Gólgota (del jardín a la Cruz) es también un símbolo de la salud, por medio de la actualización in illo tempore de la caída en el huerto. Allí la serpiente se deslizó desde el árbol para introducir el pecado al mundo y es en la suspensión de un madero en que también es introducida la sutura, la herida es cerrada, es cosida por el hilo de la redención. En la fábula y el mito también existe ese hilo conductor, en el relato de Teseo, el hilo de Ariadna va cerrando la apertura al laberinto. El laberinto es también un símbolo de muerte y del abismo.

En True Detective la sutura es representada por medio de la cruz, aquí se cumple la cifra crística de Cohle y Martin. En cuya redención final son curados en el hospital de Jesús, la Iglesia (simbolizado por una luz de neón en la palestra del edificio donde están internados). Anterior a dicha recuperación, así como en Cristo, los detectives Martin y Rusty tienen que ascender desde los infiernos, ser heridos (como Jesús, el héroe por antonomasia). No solo les viene la herida abierta existencial, sufren en carne propia la herida física y con ello caminar hacia la redención. El cierre de todas las heridas permite al personaje una metanoia transformadora.


Escribe, Iván González.


[1] M. Eliade. El mito del eterno retorno. Alianza, Buenos Aíres 2006. P 154.

[2] Mr 16:15, RV 1960.

[3] AgustÍn. Civitate Dei. BAC, Madrid. XI, 18 (P 222).


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