Halloween, John Carpenter. La forma del mal.

Halloween de John Carpenter.



La forma del mal.

"Unde manifestum est malum non esse aliquid, sed privationem boni.” San Agustín.

El doble es la forma visible de lo invisible, es el mal sin rostro. La máscara de Michael Myers no oculta, revela la escencia de una forma sin contenido, es un punto girando en el vacío. Esa alteridad se ha vaciado de lo humano, la máscara de Myers es una versión "zombificada" del rostro del Capitan Kirk de la serie Star Trek, la cual fue modificada pintándola de color blanco, simbolizando justamente esa vaciedad de la consciencia del monstruo. Como sabemos, Kirk es en la saga estelar, el que comanda con un alto sentido del deber la nave de la federación, USS Enterprise. En Myers todo ese sentido se ha transfigurado en bestialidad asesina...

En el script original, el personaje en sus indicaciones de cámara y acciones, simplemente aparecía como "The Shape", la forma:

"The Shape stands in the doorway, knife in hand. Completely still, watching. The eyes are empty, expressionless.”



Así se describe la escena cuando el niño de seis años asesina a su hermana Judith en su casa. A partir de ese momento el personaje es un fantasma sin capacidad de hablar y se ha transformado en una máquina de matar. El cuchillo se ha convertido en un apéndice de sí mismo, junto con la máscara de plastico, apuntan a una re-interpretacion del film Psycho (1960) de Alfred Hitchcock. Norman Bates y Michael Myers se corresponden, las diferencias solo los unen. En el clásico,  Bates es un aficionado a la taxidermia y usa a su madre como una máscara, en el tiempo esa maldad tiende a radicalizarse, por lo tanto ya no forma parte de Michael Myers ni el "hobbie", ni lo familiar. Todo eso se ha desvanecido, a devenido en "fantasma". En Halloween el mal es algo más abstracto, aunque la mirada es la misma. El uso de la cámara subjetiva en la película de Carpenter nos hace participes de esa mirada, en ese sentido, el montaje nos permite ya no ser cómplices, como con Norman Bates, ahora se forma parte de eso. En Myers ya no queda nada de lo llamado humano. Con Carpenter nace la representación del mal como terror en presencia pura. Lo que es división en Bates, es unidad en Myers.


La máscara en Halloween refleja una palidez como la de un cráneo, el cráneo en sí mismo puede ser también una máscara común a todos los seres humanos. La máscara oculta en la medida que revela, muestra lo que oculta y oculta con lo que va mostrando. Máscara y Monstruo por tanto se corresponden. Esa doble condición es esencial al cine y al fantástico, del cual Halloween de Carpenter es deudor. O en mejor medida, el cine de clase b va en continuidad con el camino emprendido por Hoffman y Mary Shelley. Porque M. M. es tanto un Frankenstein fragmentado, como un señor de la noche, un hombre de la arena que roba los sueños de sus protagonistas. Es el "bogeyman" u hombre del saco, es el que castiga a los niños que no se duermen. El mal que irrumpe y se desdobla desde lo sobrenatural, en algún aspecto, Myers parace algo más que humano.

El suburbio estadounidense se piensa desde la comunidad idílica, Haddonfield es el microcosmos del pueblo típico norteamericano. El nombre expresa el campo-ciudad fundado por aquellos inmigrantes ingleses puritanos que buscaban establecerse en nuevas tierras bajo el espíritu de concordia, progreso y religiosidad. Los guionistas, Debra Hill y el mismo Carpenter, buscaron un espacio diegético ficticio repleto de casas familiares, calles tranquilas donde los niños juegan, colegios y vecinos cordiales. Dicha territorialidad es transformada en el lugar donde irrumpe el mal. La casa Myers es el corazón de dicho micromundo, es la génesis del mal cuando el niño Michael, de aspecto angelical vestido de clown, asesina a su hermana. De esa forma se construye una tensión narrativa entre la rutina de un mundo ordinario y la fuerza del mal que acomete desde lo extra-ordinario. El asesinato primordial cierne sobre la ciudad una maldición en la que se cumple el ciclo mítico del mal. El hombre-demonio es poseido por una fuerza asesina en la que acecha a Laurie Strode, la representación de la mujer-virgen, MM derrama la primera sangre sobre su hermana Judith y su novio en el año 1963. Recordemos que ese año fue el punto de quiebre de la sociedad norteamericana, fue el año que mataron a Kenneddy y en la que tendrá auge la guerra de Vietnam -dos eventos históricos han marcado al cine de terror de Hollywood: Vietnam y las torres gemelas-,  Haddonfield expresa como lugar, el sueño americano corrompido por la pérdida de la inocencia, donde justamente se hace corresponder ese primer asesinato con el giro epocal. El signo está marcado por la inversion de la festividad del Halloween, es la historia de dos ritos de paso: uno recto (Laurie Strode) y otro perverso (MM). Halloween como film muestra el fin del optimismo, donde en Haddonfield aparece esa "cosa", ese muerto viviente para acechar a Laurie Strode, asegurandole a su vez un rito de paso hacia la madurez.



Para el personaje de Laurie Strode, Carpenter eligió a una actriz novel y desconocida, la ahora famosa Jamie Lee Curtis, hija de los actores Tony Curtis y Janet Leigh. Como sabemos, Janet Leigh interpretó a Marion Crane en Psycho. Por supuesto que la elección es uno de los pináculos de la auto-consciencia dentro del cine de Hollywood de la serie b. Laurie Strode encarna el legado iniciado por Marion Crane en Psycho. Madre e hija se corresponden en su interpración respectiva como arquetipos de lo femenino acechado por el mal. Por su parte, el personaje de Laurie Strode representa los laureles del triunfo de la luz contra el mal, en ese sentido, el personaje de Laurie Strode da otro giro epocal; convirtiendo el rol de la mujer en la heroína que a través de su fuerza de supervivencia se sobrepone a la terrible amenaza de la locura maligna. Cuestión que el personaje de Marion Crane no logra trascender.



Por su parte, el Dr. Samuel Loomis es otra muestra de la auto consciencia en Carpenter, el nombre viene tomado directamente de otro personaje hitchcockeano: el Dr. Sam Loomis de Psycho. En esa forma se construye una herencia dentro del cine como legado autoral al interior de eso que llaman thriller psicológico y también de otro género llamado 'slasher'. Samuel Loomis es el psicólogo que entiende al mal, pero que es una voz en el desierto que no es escuchada. Mientras otros subestiman el peligro, Loomis es la voz del profeta trágico que observa la catástrofe con claridad, pero que no la puede evitar. Es el personaje que opera como cazador de monstruos por lo que es inevitable observarlo como un Van Helsing moderno. En un sentido comprende la teología de la máscara y la presencia del mal absoluto en el mundo. Es a su vez una referencia al profeta Samuel, aquel que advertía continuamente al pueblo de Isarel acerca de sus pecados. Los directores, Hitchcock y Carpenter fundan con sus respectivas películas un tratamiento del horror totalmente simbólico en la que Halloween es a su vez hija de Psycho. Así se construye un puente mítico en la que el apellido Loomis pasa de ser un un simple acompañante a transfigurarse en una contención que orbita alrededor del mal. Loomis es un apellido que contiene en sí esa doble mirada, además de que se acerca al verbo "loom" que significa acechador. De esa forma se cierra el ciclo entre dos películas de terror en su cifra perfecta de teología de la máscara.


El enmascaramiento primordial viene establecido en las ropas de los padres primigenios que tuvieron que cubrir su desnudez al encontrarse desvestidos de la gracia. Por lo tanto, la máscara se configura como la deformidad del alma por causa del pecado. En Michael Myers se refleja el estado de caída absoluto. Dicho enmascaramiento es un ritual de muerte, en las sociedades arcaicas los chamanes debían ir enmascarados en el momento de establecer sus ritos propiciatorios. Tal como apunta Mircea Eliade en su libro "El chamanismo y las técnicas arcaicas de éxtasis", en el capítulo titulado "La obtención de los poderes chamánicos", Eliade explica:

"El chamán se transforma en el animal o espíritu que representa, y para ello se sirve de una máscara, de un traje ritual, de un tambor o de otros objetos que le permiten asumir la forma y los poderes del ser que invoca."


Como afirmamos en principio, Halloween no sólo se vale del mitologema (del doble) para construir su relato, también del ritema para establecer en principio la restitución del orden a partir del sacrificio de fuego de Michael Myers. Su consumación final es un ritual, si se quiere, de renovación y fertilidad en el que la comunidad expía todos los pecados, por medio de la quema de ese monstruo primordial. Recordemos que dichos rituales de fuego se establecen en fechas estacionales, esta vez en la correspondencia entre fiesta sagrada de todos los santos, Halloween, Sahmain y equinoccio de otoño. El sacrificio ritual en dicha época aseguraba la purificación de toda la comunidad. Los rituales de fuego marcan finales y comienzos, e implican necesariamente sacrificios humanos.

Samhain es la palabra que Michael Myers apunta en la pizarra de la escuela, la palabra es de origen gaélico, lengua de los antiguos celtas, que significa: fin de la luz, fin de ciclo o fin del verano. Durante dicha celebración se levantaban sacrificios en hogueras, cuyas víctimas propiciatorias eran personas criminales o de otros pueblos. Para los Celtas, dicha celebración era la desaparicion liminar entre el mundo natural y el sobre natural. Para el antropólogo inglés, James George Frazer, era el comienzo del año nuevo celta. La calabaza-lámpara que se observa desde los créditos de apertura de la película cumplen una funcion simbólica y simétrica con el final de Halloween II, en que el sacrificio final del Dr. Loomis ilumina la oscuridad espectral de Michael Myers. Ya desde la antigüedad los vegetales huecos iluminados con velas cumplían la función de auyentar espíritus. El personaje es la correspondencia por medio de la cual se resumen todos los personajes paradigmáticos del susto: el boogeyman, sleepyhollow, el coco, el hombre del costal, el demonio y el hombre de la arena.


Al comienzo de la película Halloween II, se escucha la canción Mr. Sandman de The Chordettes de 1954. De esa manera el ciclo del fantástico cumple con uno de sus ajustes de cuentas con el cine de Hollywood, en el que Michael Myers es una versión cinematográfica del terror representado en el cuento El hombre de la arena de E. T. A. Hoffman: un fuerza inhumana, compulsiva, aterradora que irrumpe lo familiar y cotidiano como amenaza sobrenatural. La casa Bates y la casa Myers son los lugares donde germina ese mal primigenio, ajustando a su vez las cuentas con la Casa Usher del relato de Edgar Poe. El fantástico es la columna vertebral y casa donde habitan los horrores representados por el cine de Hollywood, sobre todo en aquellos del cine serie b, conformado por autores que comprendieron en su completitud el misterio del mal.



NB. El simbolismo del color naranja.

Como simbolo polar el naranja es el color de la vitalidad y también de la muerte. Representa el fuego de la vida pero también el de la naturaleza que muere. Es el color de las hojas caídas de otoño, las calabazas y el fuego purificador, por lo tanto es seña del fin del ciclo agrícola con la cosecha. Es el color del calor que se contrapone al frío invernal. Es así mismo el nombre del fruto de la naranja, un alimento que es dulce pero que también se marchita y pudre rápido, mostrando la fragilidad de la vida. El olor cítrico se consideraba era agradable a los espíritus por lo tanto se dejaba como ofrenda a los muertos. En la película de Carpenter observamos en los créditos de apertura una calabaza anaranjada con una vela adentro, la vela se apaga y la calabaza se pudre. Es la decadencia inevitable, la fruta fresca que pronto se descompone. La piel que se arruga y el jugo que se amarga. Es el memento mori disfrazado de sabor dulce. Es el color de lo vivo que se apaga, un recuerdo de la muerte en medio de lo festivo. Por ello esos colores cálidos entre la gama de los amarillos y rojos excitan también la perversidad. Se encuentra a medio camino entre el rojo y el amarillo, simbolizando el oro celeste y las fauces ctónicas, representa el equilibrio entre espiritú (fuego celeste) y lujuria (fuego infernal). Aunque dicho equilibrio tiende a romperse en un sentido u otro.


Escribe, Iván González.



















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