Ghostland (2018) De mujeres y monstruos.

Ghostland (2018).


De mujeres y monstruos.


Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
-Sor Juana Inés de la Cruz.


¿Qué daño es este que tras ti camina,
que tan trocada estás de lo que fuiste?
¿Cuál infelice estrella predomina?
¿Qué tiempo es este tan adverso y triste?
-Francisco de Terrazas.


Como lo hemos venido manejando hasta ahora, abordaremos una película de género, de terror. Del mejor género. El hecho no está abierto a discusión. Tampoco es que haya mucho que debatir.
Por su naturaleza, desde E. T. A. Hoffman y su contra postura a la dinámica moderna ilustrada desde la creación del fantástico, el relato de terror ha venido sosteniendo no solo esa revuelta contra lo que Baudelaire llamó la modernité, sino que es también el género que mayor capacidad de representación, camuflaje y movimiento ofrece. Terror/thriller/suspenso. Nada le escapa: política, teología, historia, emociones, problemas sociales emergentes, polémica.
Ahora bien, a estas alturas de la historia del cine, no nos queda más que decir que a Hollywood, como industria del pensamiento in genesi, de unos años a la fecha, las películas medianas son las que lo sostienen. Ghostland sostiene, desde el terror, y desde sus posibilidades, temas fascinantes como la casa como topos dislocado, lo monstruoso y lo onírico, a la vez que la emergente lucha de la mujer contra sus cadenas. Este último tema tratado ya con anterioridad por Carpenter en Halloween (1978), Polanski en Rosemary's baby (1968), o De Palma en Carrie  (1976). Volvamos a Hoffman: es con él con quien, como ya dijimos, y de acuerdo con Ángel Faretta, se inaugura el relato fantástico, y el terror como eje del mismo, además de un ataque contra la colocación de la mujer como objeto en aquellas sociedades que comenzaban a ser alcanzadas por los rayos iluministas. Así es,la Ilustración no se limitó a Francia. Alemania tendría también su periodo iluminado, del cual surgiría como reaccionario Hoffman. En el continente americano, la Ilustración francesa fue motor de las revoluciones de independencia (agregamos para no ir dejando cabos sueltos). Regresando a Hoffman, de nuevo,  De Palma en 1984 haría su propia versión de El hombre de la arena. Lo representado en este fabuloso e indispensable cuento (indispensable no solo para entender la literatura, el cine y el arte, sino el mundo), es aquello que una poeta española (sí, nos negamos a usar la palabra "poetisa", siguiendo la línea de Pura López Colomé), cuyo nombre he olvidado, detalla con palabras magistrales, re-leyendo a Hoffman

Tengo miedo de volver a ser lo de antes, lo que fuí

Un ente inmóvil, una muñeca maniquí.

Un autómata programado para hacer

lo que tiene que hacer y nada más.



¿Qué es lo "peculiar" de Ghostland? ¿Qué nos viene a contar esta película de terror?
Bueno, la propuesta de Ghostland es la de re-presentar, poner en escena, un conflicto social "moderno" emergente en cuanto a su movilización (nos referimos a una atadura que viene perpetuado vidas desde hace unos 150-200 años, quizá más poniéndonos exigentes), sin gritarlo, bueno, por allí se llega a gritar una vez. En fin, como una buena película, sus objetivos son estéticos antes que de compromiso social como cierto cine o ciertas series (sobre todo) que apestan a progre.
Que la casa, el centro de acción, sea una casa de muñecas no es casualidad, es elección, es autoría. La casa es íntima amiga del relato de terror, desde Poe y Bulwer Lytton en literatura, o en Psycho (1962) de Alfred Hitchcock en el caso del cine. Que los enemigos a vencer dentro del film sean dos tipos de hombres orientados por el instinto, por la perversión, tampoco es gratis. La parte onírica mucho menos es un facsímil mágico.
Estos son los hechos, vayamos a ellos.



Long ago, I was wounded. I lived

to revenge myself

-Louise Glück.


¿Cuál es el objetivo de los sueños de Beth?
En primera son, o es, lo que conocemos como montaje paralelo. Este sueño, que es presentado por partes, por capítulos, que recorre la película, opera como un elemento mágico, escapista, del cuál nuestra heroína tendrá que, justamente, escapar. Beth se enfrentará a un enemigo, no tanto mayor, sino más bien esclavizante, antes que a los hombres que la mantienen secuestrada; se enfrentará a ella misma, a su mente. Este estado de ensueño abre paso a la dualidad del momento: lo que es y lo que pudo haber sido. "En ocasiones la mente nos juega trucos", dice Peter Parker en la segunda entrega de Spiderman de Sam Raimi.
¿Cuál es el vértice entre el mundo onírico de Beth y la realidad? Justo un eje vertical: una escalera. La escalera es la que permite la diáspora del relato, que además sostiene la muerte de la madre. Es a partir de estos dos elementos (la escalera como soporte simbólico y la muerte de la madre como acontecimiento trágico) que el "trance", o mejor dicho la ruptura, comienza.
Lo onírico es introducido, decíamos, por medio del soporte del eje vertical: la escalera. La diáspora se abre y la madre saca la casta, sobrevive, salva a las chicas, y Elizabeth continua con su vida, una vida "de ensueño", en la que todo le marcha bien. Dentro de su sueño, Beth vuelve a casa por un llamado sobre el estado de su hermana, y, ¿cómo vuelve? en un automóvil, un móvil, en algo que la transporta de vuelta a las puertas de la casa. Es el primer "escalón" de Beth para retornar poco a poco a la realidad. Decía Oscar Wilde, "prometieron que los sueños pueden hacerse realidad, pero olvidaron mencionar que las pesadillas también son sueños".
Su hermana, Vera, opera también como el elemento ancla al mundo real. Dentro de la tradición del doble, Vera vendría a ser esa otra parte de Beth, la parte despierta dentro de la pesadilla; es su contraste: lo opuesto a Beth. Será por Vera que Beth despertará, se salvará a ella y a su hermana.


My sister spent a whole life in the earth.
She was born, she died.
[...]
Then it seemed to me my sister's body
was a magnet. I could feel it draw
my mother's heart into the earth,
so it would grow. (Louise Glück).


Luego nos enteraremos que en esa misma escalera las cosas ocurrieron de otra forma: la madre fue asesinada y las chicas secuestradas, y ese otro relato que hemos visto existe solo en la cabeza de Elizabeth. A partir de esa escalera, en términos borgeanos, tenemos una bifurcación. Lo que pudo haber pasado y no sucedió. Lo ocurrido en un mundo alterno, poniéndonos teóricamente dimensionales.



La película nunca nos juega chueco. Uno no termina de verla y corre a internet a investigar qué significa, qué es real y qué no. Laugier se encarga de que lo entendemos ¿Cómo? pues en primera instancia con el vértice que señalamos, y en segunda, y no menos indispensable, haciendo del sueño de Beth una situación cada vez más insostenible, más absurda. Beth comenzará por fabricarse que su madre sigue con vida; se pasa por la simetría de vestuario entre su "familia" y un cuadro, la aparición de un lobo, hasta finiquitar en una conversación con Lovecraft. El inverosímil más grande que nos podamos imaginar se nos es mostrado. La película es crítica consigno misma y se dice, bueno, esta fantasía es cada vez más escapista, más insostenible, debemos develarla (correr el velo), ponerla a luz y hacer que Beth vuelva para salvar su vida y la de su hermana. De paso, Laugier da una patada de autoridad a todo ese pseudo cine que se debate entre lo real y los sueños, en los que al final nadie entiende qué es lo que ha pasado. También es un knockout a las "propuestas" orientales aburridisimas que tratan de nada, que son dos horas de una mujer en silencio, deprimida porque su esposo de casará con otra, y que la crítica te la vende como "un grito desesperado". Al final la mujer se suicida y la hermana escapa del país. Vaya desesperación, vaya grito. "Es que la película está retratando la realidad de la mujer  oriental...". Acá no ocurre eso, una situación de discurso neo-realista de "crítica" social. El terror por la situación es evidente.
Hay una escena puntual en la que aparece un lobo. ¿Qué es el lobo? De acuerdo con Hobbes, el hombre es el lobo del hombre. Entonces el lobo viene a representar, tambien aqui en Ghostland, a ese mal al que se refiere Hobbes. El lobo aparece acechando a Beth, y la madre lo ahuyenta, lo enfrenta, de la misma forma que, dentro del sueño de Beth, enfrentó a los dos villanos saliendo victoriosa."Dios no podía estar en todas partes, y por eso creó a la madre", agregaria Kipling.



Pasemos ahora a los enemigos.
El enemigo claro a vencer es el hombre. Por allí hacia el final hay una bajada de línea por parte de Vera, a la cual le daremos por su lado, y no por comodines, sino concientes de que de no estar ese diálogo, la película no bajaría en puntos. Igual, este tipo de películas medianas son las que en mayor medida sostienen al cine como concepto. Decíamos entonces que el enemigo es el hombre. Una clase de hombre: el hombre patriarcal, el que quiere a la mujer como una muñequita a la cual manipular, y a la que de no conseguirlo, su alternativa es la violencia. Los males siempre vienen de a dos.  Estos dos hombres son representados como monstruos, como bestias. Son feos físicamente y anímicamente. Uno de ellos es un tipo infantil, un tanto más inconsciente que el otro. El segundo es el jefe, si lo queremos ver de esta forma jerárquica; es además un travestido, un suplantandor; un hombre que se hace pasar por mujer, y que solo se encarga de joder aún más a la mujer. La intromisión en campos femeninos por parte de ciertas categorías de hombres no será tema a ignorar para nuestras lectoras inmersas en cuestiones de lucha por los derechos de la mujer.
Decía Lena Turner que lo único malo de los hombres era que no los tenía siempre cerca de ella. Sabemos a lo que se refería Lena, de igual forma no dejaremos de decir que seguramente no querría estar cerca de estos dos.



El tercer punto, que ya hemos desglosado un tanto en el apartado anterior, es el de la casa de muñecas. La casa dentro del relato, decíamos en la etapa temprana de este artículo, es sostén del terror, un topos en el cual la realidad se quiebra abriendo paso al fantástico, al horror. Una "puerta" a otro mundo. Esta casa es el museo del mal, del patriarcado, un lugar pétreo, de figuras de cerámica sobre las que el mal tiene el control. Nuestras protagonistas están inmersas, sometidas, bajo este poder (no es casualidad que en buena parte de la película se les vea en el sótano, en lo bajo, a la sombra), tendrán que romper la "convención", salirse del molde de "la muñequita bien portada, vestidita y maquillada, y calladita".



Sabemos, desde el inicio, que Beth es escritora ¿Cuál será una de sus herramientas de ataque para liberarse? El oficio mismo. Al igual que en Rear window (1954) o en Misery (1990), el arma es, decíamos, el oficio. Beth golpeará, efectuará su primer ataque, con una máquina de escribir. Si esto, por parte del director, no es pensar la película, ser simétrico con las ideas y objetos del montaje; autoconciente, entonces no sabemos qué es, y seguramente el cine ha de ser otra cosa.


Laugier sabe, conoce, a este enemigo de la mujer, y lo representa de la manera más monstruosa, verosímil, posible. Pero también dice no jodamos, la realidad tiene sus matices, y es por ello que al final aparece un hombre, dos más ciertamente, diferentes. Uno el policía, que llega un poco tarde, cuando ya Beth tiene la situación resuelta. El otro el paramédico que la atiende en la ambulancia. No se puede ignorar que existe esta clase de hombres sí, pero tampoco podemos ignorar u ocultar que existen esos otros monstruos encarnados, ese mal al que se debe combatir. La película no se cierra a la ideología.



Hasta aquí nuestros comentarios sobre Ghostland. Ahora bien, si se está interesado o interesada en profundizar un poco más al respecto, a continuación daremos un recorrido, sí no se desea continuar, hasta aquí se puede concluir la lectura sobre el film.

Esta es una cuestión que atañe hoy día.
Cuando la segunda revolución industrial en Inglaterra, es que comenzó la etapa jornalera del trabajo: fábricas, asalariados, largas horas de empleo, condiciones inhumanas; la maquinización de la especie humana. En un principio hombres y mujeres, niños y niñas, trabajan en las grandes edificaciones burguesas ¿Qué fue lo que pasó? Que la clase burguesa se dió cuenta de algo. Modificó el sistema. Por cuestiones generales fisiológicas, mujeres e infantes morían en las arduas jornadas, y eso no podía ser porque, de morir los niños, ¿quienes reemplazarían a los adultos un par de décadas en el futuro cuando sus fuerzas se hubieran consumido?, y ¿quién procrearía y "educaría" a esos niños para que lleguen a la edad adulta y comiencen su etapa proletaria activa, sí la mujer moría entre fierros, humo y carbón?
Entonces, y esto es algo que se le achaca a las religiones del mundo, la clase industrial capitalista mandó a casa a la mujer: a procrear mano de obra que llegara a la edad adulta en buena condiciones. Así que ese cuento de que, por ejemplo el cristianismo, puso a la mujer en condiciones esclavistas de ama de casa, es un mero invento liberal de los que en verdad perpetuaron la acción: aquel sector reducido de pudientes que han tenido en manos la actividad económica global. Ah, y de paso se inventaron la educación escolarizada gratuita, laica y obligaría, que de gratuita y laica no tiene ni el saludo.
Este fenómeno inglés se fue extendiendo por el globo. La industria y este sistema de orden social-laboral fueron cruzando bosques, ríos, carreteras y mares. Una buena parte de América Latina no fue la excepción, pero en este punto no nos detendremos. Esta cosa, esta mentalidad, se fue filtrando y disfrazando de a poco en nuestras sociedades, como la cosa en la película de Carpenter. Ahora se nos presenta cada vez más visible, menos amigable, su verdadera cara monstruosa va quedando al descubierto. ¿Biopolítica decimonónica?
Durante gran parte del siglo XX aquel llamado "otro bloque", la "antítesis" del capitalismo, tampoco fue la excepción. En realidad la ya extinta Unión Soviética no fue más que un juego de niños a los que del plato a la boca se les cayó la sopa. Un capricho de unos cuantos "marxistas". Recordemos que en la URSS a la mujer que engendraba unos 10 u 11 hijos, o más, se le entregaba una medalla reconociendo su labor social: traer al mundo más soviéticos para adoctrinar. Si en el mundo capitalista liberal la mujer ha sido considera como una máquina de tener hijos, entonces honestamente no sabemos qué adjetivos adherir para una descripción de la mujer dentro del mundo utópico comunista. Por cierto que utopía es un concepto espantoso, vende humo. Quizá en otra ocasión dediquemos nuestros esfuerzos a desentrañarla.
De un par de décadas a la fecha el muro se ha quebrado, la mujer ha accedido plena y abiertamente al campo laboral y político. Y no nos referimos a la historia de la caída del cursi muro de Berlín echado abajo por las políticas e intereses norteamericanos.
Se habla mucho de igualdad y libertad en estos tiempos, y la única libertad e igualdad que se ha conquistado, dice Ángel Farreta a propósito de esta cuestión, es que a ambos, hombres y mujeres, el sistema nos jode por igual (y podríamos incluir los treinta y tantos géneros, o más, defendidos por los ideologistas de género): jornadas de 8 a 12 horas diarias, cuentos sindicales, impuestos altos y diversos, salarios bajos, "derechos laborales", plusvalía (seguimos enriqueciendo a unos cuantos con nuestra vida), humo utópico y comunista, estrés, desesperanza, aspiraciones banas y materiales, escapismos vacacionales, individualización, alcoholismo y drogadicción, consumismo, espectáculo, idiotez...

Bienvenidos al siglo XXI.



Escribe, Amisadai Domínguez.

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