El callejón de las almas perdidas (2021). Psicoanálisis, tarot y fraude.

 EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS.

PSICOANÁLISIS, TAROT Y FRAUDE.


Cuanto más perfecto luzca uno por fuera, más demonios tiene por dentro

Sigmund Freud.

A finales del siglo XIX surgió en diversos círculos una fascinación por lo oculto y el espiritismo, muchas de las formas de escape a grandes dificultades siempre se dan por métodos y creencias inusuales que hoy nos parecerían inverosímiles. En tiempos de crisis la gente necesita tener fe y son caldo de cultivo para la aparición de curiosas formas de escapismo. Una de ellas fue el espiritismo, creencia en la que se pensaba que las personas podían hacer contacto con seres muertos a través de diferentes mecanismos y médiums.

                Bajo la tutela de este tipo de situaciones, muchos incautos se volcaron a la búsqueda de nigromantes capaces de estos prodigios, por lo cual, se levantaron por doquier embaucadores capaces de estafar a muchas almas ávidas de esperanza. Así, desfilaron tarotistas, magos, gitanos, y prestidigitadores, que a cambio de pequeñas fortunas ofrecían respuesta a todo tipo de inocentes. A la par surge el desarrollo del psicoanálisis como un medio de cura para esta y otras necesidades. Para mediados del siglo XX estos métodos se convirtieron en una religión, se levantaron pastores que esquilmaban a los pobres... y ricos también. Hoy, aunque de manera menor, se sigue esta amplia tradición de mano de gurúes, brujos, horóscopos, santeros, pastores pentecostales y demás curiosos personajes. En este contexto se escribió la novela que da vida al nuevo trabajo de Guillermo del Toro. Cabe decir que hay mucho qué decir de la novela y su autor, pero será materia de un podcast.

De principio decir que es una película alegórica que nos presenta a un personaje interpretado medianamente por Bradley Cooper que busca la redención, pero sin renunciar a la ambición, lo cual lo lleva por callejones sin salida, hasta la caída. Cate Blanchett se siente más cómoda en un papel de femme fatal y nos brinda una Lilith que hace honor a su nombre. Es una cinta que es larga innecesariamente pero que se esfuerza por ofrecer un buen retrato de esos monstruos que tanto gustan a Guillermo del Toro, aunque esta vez no son seres de otro mundo, sino que son más humanos que nunca.  En ciertos momentos uno se siente como el geek del circo, obligado a consumir de principio a fin un film que por momentos a pesar de la buena fotografía parece deslucido.

Rescatando algo de esta película es que cuando se termina de ver El callejón de las almas perdidas, da la impresión de haber visto una película mexicana de la época del Cine Oro con un agregado: un colorido y un brillo digno de las posibilidades técnicas que ofrece el siglo XXI. El director de Cronos (1993) y La forma del agua (2017) nos presenta su trabajo más introspectivo, lejos de la parafernalia que caracteriza su cine: seres monstruosos, fantásticos y de pesadilla, en su nuevo trabajo la pesadilla viene de la humanidad de sus propios protagonistas. La trama se ve enredada en cierto momento y cae en una solemnidad que llena los momentos de un artificio innecesario.

Don Guillermo, tenga sus tres estrellas.


Por Iván González.

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