Halloween (1978) de John Carpenter. Breve análisis.

Halloween (1978) de Jonh Carpenter. Breve análisis. 

Una de las miradas infantilistas que nos ofrece John Carpenter en Halloween, de acuerdo con el análisis de Ángel Faretta, es la del infantilismo Norteamericano sobre la tradición.
La tradición vuelta hacia lo infantil, hacia lo ligero, reducida, inflada y desacralizada, impregnó la sociedad de consumo del siglo XX estadounidense, aún y con más fuerza en el siglo XXI. La vuelta al consumismo, al mercado, y a la mercantilización del arte y de la cultura, encuentra sus raíces históricas en la guerra de secesión (siglo XIX), en la que la conquista Yanqui norteamericana nacionalizó el resto del país (la parte sur, el viejo oeste y las zonas centro), volviéndolo hacia una maquinaria liberal capitalista. El resto no es necesario mencionarlo.

Con la llegada, imposición y expansión del capitalismo en el país vecino, quienes sufrieron el asedio, como históricamente está demostrado, fueron las áreas de la cultura y del arte: la tradición; la parte tradicional Dixie. Como el pensamiento liberal capitalista no puede destruir la tradición, lo que le queda por hacer es reducirla. Con esa metodología se ha convertido a una festividad, a una tradición, como lo es Halloween, en algo infantil y banal. En Halloween de John Carpenter una de las figuras infantiles es la de la tradición por la fiesta en grado cero: el disfrazarse, pedir dulces, hacer la calabaza. El día de todos lo santos se rebaja a algo rarito, inofensivo; a una curiosidad. En nuestros días, y como bien supiera representarlo Edgar Wright  en su Last night in Soho (2021), Halloween pasa a ser, dentro de los círculos juveniles, un día de fiestas de excesos. Expandiendo esta misma idea, y comprobando tanto la universalidad del film, como la globalización de este monstruo del pensamiento, podemos poner por caso que lo mismo ha ocurrido con el Día de muertos en México. Lo folklórico (en el total y despectivo significado de la palabra) ha suplantado lo tradicional. Y en este punto haremos hincapié: la juventud mexicana, una juventud pobre en sentido intelectual (que ya lo supiera observar en su tiempo el escritor Gonzaga Urbina o el expresidente Portes Gil), que se deja arrastrar por las tendencias, que no discrimina entre comportamiento e ideas, que está sumergida en diversiones y tecnología; una juventud fundida, sin apego ni compromiso por la moral o los valores, de inclinaciones antirreligiosas, que solo espera octubre y noviembre (Halloween y Día de muertos) para profanar la tradición de lo que las festividades significaron algún día, y entonces ocurre lo mismo que con Halloween de Carpenter: disfraces, fiestas sin conciencia, dulces y papel maché, espectáculo de ofrendas, calaveritas, etcétera. No hay apego religioso (metafísico), pero sí apropiación y banalización de sus conmemoraciones. Esta juventud no comprende una delimitación de edad precisamente, por lo que lo correcto, entonces, sería no hablar de una juventud (¿15-30 años?), sino hablar de un infantilismo nacional, en el que entran todas la edades y todos los géneros (aquí no hay discriminación). En sintonía con nuestro texto Coco (2019). La segunda espiritualidad. O de la falsa tradición, podríamos hablar de una época de profanadores de la tradición.

En el film de Carpenter la tradición está presentada, mediante el verosímil, de una forma corrupta: los disfraces y todo eso que ya hemos enunciado. Como la tradición no puede permitir que se le ridiculice, entonces, y al no estar de forma diestra, se presenta de una forma siniestra, violenta, aleccionadora podríamos decir. La tradición, una vez banalizada, pasa a tomar pantalla violentamente con la figura de Michael Myers. Myers es la otra cara de la tradición, no la diestra, que también aparece cada día de Halloween.

Como sucede en todo gran film, en toda obra maestra, la materia política, social, cultural, etcétera, se esconde a plena vista, como la carta robada del cuento de Poe. Para que la segunda historia, conceptual y simbólica, opere correctamente, la primera debe ser legible; arte para todos, como sostenía el gran Alfred Hitchcock. Carpenter no te dice: hice una película sobre la banalización de la tradición y el infantilísmo de una nación, en términos faretteanos, o de roles de género; antes de ser todo lo anterior, el film es un film de terror, una de un asesino en serie; antes que todo, el film debe ser visible y entendible en su primera historia; debe estar en estado de transparencia. Halloween cumple y de qué manera.

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