Killers of the flower moon (2023): autoconciencia y mal.

Killers of the flower moon (2023).
Autoconciencia y mal.
Radix enim omnium malorum est cupiditas quam quidam appetentes erraverunt a fide et inseruerunt se doloribus multis.
(Vulgata Latina, 1Tim 6:10).

El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros del petróleo el diablo.
Ramón Lopéz Velarde.


Cinco personas en la sala, lejos de las cantidades que pueblan el cine chatarra que, como chinche, inunda la cartelera. Así llega Killers Of The Flower Moon, en medio de la opinión unánime de que es una obra maestra. No es un documental como aquella última pavada nolanesca. No, es la muestra de que contar una historia no es alegorizar el Baghavad Gita de forma burda encuerando las tetas de una actriz para señalar lo obvio. Inclusive, el libro sagrado es retirado de la escena para abrir el simbolismo por sí mismo entre un DiCaprio disciplinado a tablazos postrado en una alfombra de ajedrez. Eso es Scorsese.
Hace 2,500 años nuestros abuelos griegos nos mostraron cómo se narra una historia, nos enseñaron que contar una guerra es también el vehículo para encarrilar una segunda, tercera, cuarta historia; hasta donde se pueda. KOTFM es en efecto (así se ha mostrado en todas las reseñas leídas hasta el hastío, donde se dice exactamente lo mismo) una película histórica acerca del despojo, el racismo y el exterminio uno a uno de una comunidad india, que ha resultado providencialmente enriquecida por la gran cantidad de yacimientos de petróleo en sus tierras. Por supuesto que el relato funciona si queremos ver la película en ese sentido.
Aquí cabe pertinentemente una comparación con aquella Oppenheimer (2023) de Nolan en la que se alegoriza cada escena, haciéndola parecer un documental y no una película de Hollywood. Nolan, en su ceguera Kubricknesca cuenta con una narrativa torpe en la que pongo de ejemplo, una vez más y tomándome esa canonjía, una de las escenas más burdas y alegóricas de Oppenheimer y que tiene que ver con la lectura de la frase “me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Dicha cita tomada del Bhagavad Gita, el poema épico que forma parte del Mahabaratta, y que relata el dilema de Arjuna en medio de una cruenta guerra. En dicho poema o canción el personaje principal es aconsejado por su auriga que realmente es Krishna, una de las advocaciones de Visnú.
La palabra traducida por el científico como muerte es kaala, que se puede referir a la muerte, pero de forma oblicua, a través del tiempo. La interpretación de dicho texto más precisa es: “soy el tiempo, el destructor de todo/ He venido a consumir el mundo” (11.32). Por supuesto que en el contexto de la explosión del proyecto Trinity y de las bombas de Hiroshima y Nagasaki funciona mejor aquella traducción. Sin embargo, conociendo la obsesión de Nolan por el tiempo, decide poner dicha escena de forma alegórica apostando al espectador de frente ante una actriz con el libro sagrado y mostrando la frase multicitada en sanscrito. Eso es Nolan.
Killers Of the Flower Moon es el film más católico de Scorsese, y sin duda la exquisitez de la narrativa. Allende a las pseudo opiniones corrientes, la cinta es la muestra de que Scorsese es un autor. La película nos muestra a Satán y la naturaleza del mal, ¿y qué lo pierde?, su falta de imaginación. Es un ser protervo corrompido hasta la médula. Mientras en el hombre el mal es radical, en el demonio es absoluto. Robert de Niro (Niro significa Negro) logró en Los Intocables (1987) de Brian De Palma al mejor villano en la historia de Hollywood, retratando al gánster Al Capone. En Killers... se apropia del personaje para que, en vez de convertirse en un tipo canalla y cínico, sea un ser de luz, un hombre piadoso, un hombre que sabe esconder sus intenciones, y que todo el pueblo sabe que es el autor de todo lo malo que pasa, y aun así deciden poner en sus manos sus vidas y destinos. Es un infanticida, un hombre codicioso en toda la extensión de la palabra.
Scorsese ha entendido de manera intuitiva e imaginativa la naturaleza del pecado, y no tiene empacho en mostrarlo de forma casi evidente: la pereza, la lujuria, la codicia, la gula, la ira, la soberbia y la envidia. Todos estos males acosan al pueblo Osage y se regodean; aquí no hay inocentes, todos se revuelcan en el nigredo del petróleo. Providencialmente van a acudir al Presidente. Las muertes son una plaga y quieren que el viaje termine. Llega la ayuda de arriba. La administración política de la modernidad es una herencia de la angeleología: “el infierno es una democracia, el cielo es un Reino”. Los indios en su falsa asamblea son manipulados con los hilos del carácter saturnino de William Hale. El bautismo al revés esta desde el principio. 
DiCaprio (Caprio significa cabra) no es un inocente, es un esbirro de su tío y su ambición es tal que parece judío. Todos los apellidos están invertidos con los apellidos de los actores que los interpretan. ni de Niro es salud, ni Di Caprio es fuerte como castillo, es un ser débil, cobarde y manipulable hasta el extremo. Su maldad, su pecado, es una decisión personal, será responsable hasta el juicio final. Lilly Gladstone (piedra del agradecimiento) interpreta a una mujer india llamada Mollie (María), que es la única que alcanzará la redención. Sobreponerse al pueblo chico, infierno grande. Será la mujer quien termine aplastando la cabeza de la serpiente.
De Niro es un búho, sus gafas y su gesticulación así lo revelan. El Búho es un animal con alto contenido simbólico: significa la sabiduría, pero también la oscuridad, la muerte y la brujería. En los indios es un símbolo de protección. En México entre los mayas y quiches, se dice que, si el búho canta, el indio muere. Scorsese es un genio.

Escribe, Iván González.

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