Saw (2004): el juego como apertura del terror.

Saw (2004)
El juego como apertura del terror.


De un joven desconocido en aquel lejano 2004 se estrenaba Saw, película que inició una larga saga (a estas fechas Saw X) y una carrera de reconocimiento para James Wan. A Wan no se le puede juzgar por replicar –a sus dimensiones– lo que Carpenter confeccionó con su Halloween (1978) a la postre como productor: una saga explotada, inflada, reducida a elementos de efecto. No sólo de Saw Wan hizo saga: The conjuring e Insidious.
James Wan posee ciertas cualidades como director –de terror– ya difíciles de encontrar: respeto por el género, una comprensión del mundo magnífica bien aterrizada en forma de fantástico –el fantástico también bien entendido–, buen manejo del suspense, una técnica definida y limpia, orden y sentido en sus obras, una operación simbólica clásica. Todo lo anterior omisio en sus trabajos menos personales y más industrializados y deslavados: Furious 7 (2015), Aquaman (2018).
Seven y Saw.
Seven (1995) representa para el thriller, y para el cine en general ya a estas alturas de la historia, un ápex estético. Siendo claros y breves: pocas son las películas existentes después del film de Fincher. Saw toma como eje a Seven: un thriller –policial– en esencia; un justiciero siniestro; muertes elaboradas en las que el asesino técnicamente no asesina y la víctima muere por su propia mano; un mundo oscuro, perdido, más parecido a una letrina que a mundo –en ese sentido Saw hace de la letrina su diégesis–: a diferencia de Seven, en Saw no hay un solo momento de alegría. Saw es la reconfiguración de Seven en un mundo en fase ya terminal, como el personaje de Tobin Bell.
Como hemos escrito antes, en el terror suele ocurrir que es el juego el que abre paso a la otredad, a lo siniestro: Regan jugando a la ouija al comienzo de The exorcist (1973), el juego de béisbol en A quiet place II (2020). En otras ocasiones, como en Saw, el juego es el terror. Al juego, en tanto su naturaleza de diversión diestra, se le invierte, se le vuelve padecer, agonía. Y es que en Saw la agonía refiere a su parte en tanto prolongación del sufrir hasta la muerte y en cuanto a lo angosto, angustus, de los loci, al encierro. Saw es un film sobre la angustia. En el film no hay lazo alguno entre personas, la individualización marca al ser.
¿Qué tan inocente es una persona? El pecado está en todos, y todos deben pagar, es la premisa del personaje de Kevin Spacey en Seven. Jigsaw opera bajo una forma simétrica: nadie está libre de culpa, y nadie aprecia su vida hasta que está a punto de perderla. Dos posturas redentoras representadas, como sabemos en cine, dadas vueltas, id est, y como bien lo ha explicado Ángel Faretta, lo que debiera existir y que no existe porque se ha borrado en el relato de ficción de forma diestra, re-aparece o re-torna bajo su forma siniestra: Halloween (1978), Orphan: first kill (2022).
Cuestión de montaje y de mirar.
Jigsaw es un montajista: diseña y construye sus escenarios, controla el tempo, hace cast, maneja marionetas que filma y proyecta, actúa en su puesta –en escena. El fantástico es la realidad desplazada permanente en un estado de transparencia –diferenciándose de la fantasía–: un salero (cuyo lugar habitual es la mesa) encontrado en el suelo –siguiendo el ejemplo de Angel Faretta. En Saw el fantástico se hace evidente para Gordon y Adam con el reloj nuevo colgado de la pared del baño.

Gordon es un tipo que engaña a su mujer y pone al trabajo por delante de su familia. Adam invade la privacidad de las personas por dinero, además de ser un "condenado a muerte" por la adicción al cigarro, según el juicio de Jigsaw. Jigsaw va sobre de, poniéndolo en términos de John Doe, los pescadores.

La marioneta, el muñeco ,es un recurso de la obra de Wan: Saw, Dead silence, Annabelle). La marioneta o titere figura en la tradición como símbolo o arquetipo de pasiones, como objeto de función catártica (Japón). "La marioneta ha sabido expresar lo que nadie habría osado decir sin máscara: es la heroína de los deseos secretos y los pensamientos escondidos, es la confesión discreta de uno mismo a los demás y de uno a sí mismo" (Chevalier). La marioneta aparece también desde Platón como dispositivo de sombras. La marioneta Billy, junto con la máscara porcina, o el maquillaje de muerto, son la representación de la voluntad de Jigsaw. Los espirales en las mejillas de Billy representan el infinito, el cambio, el laberinto.
Saw trata sobre el voyeur, el mirar, la intromisión: el detective Tapp espía por su ventana a la casa de Gordon, Gordon "se ve" con su amante a escondidas, Adam tiene por oficio la cámara –una reconfiguración del personaje de James Stewart en Rear Window (1954)–, a Jigsaw se gusta mirar en primera fila a sus víctimas, Zep observa desde los monitores –el momento más de palmeano de la cinta.
Hay que saber mirar, y ese es el error trágico de Adam al despertar en la bañera: no ver la llave que lo libera. La vista se repite en todo momento, con las pistas y las trampas: Tapp encuentra un indicio en una de las cintas de Jigsaw, Gordon y Adam encuentran la X en la pared y dejan ciego por un momento a Zepp en los monitores
Jigsaw es lo otro, lo que retorna de forma perversa, el Michael Myers del universo de Wan. Saw es un microcosmos, el sótano-baño del mundo, la imposibilidad del escape, el pago por los pecados, un laberinto, la demencia, un juego en el que el ganador es el espectador. 

Escribe, Amisadai Domínguez.

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