The Exorcist (1973): De Nínive a Georgetown (I)


“Los dioses se transfiguran en demonios una vez caídas en ruinas sus religiones.”

Heinrich Heine.

Los cuatro pilares de la literatura estadounidense, que son contemporáneos y compartieron el mismo trasfondo religioso son Hawthorne, Poe, Withman y Melville; fundadores del simbolismo norteamericano. Las visiones abordadas por estos simbolistas –y de sus pares europeos como Baudalaire- son las posibilidades de multi-valencia de significados que trascienden en sus obras. El mismo Melville lo intuye en Moby Dick cuando menciona que “cualquier ignorante de tierra adentro” explique la novela “como una monstruosa fábula o –lo que todavía es peor y más detestable- como una repugnante o intolerable alegoría[1]. Como hemos sostenido, en la alegoría a la larga, el significado único no escapa a nadie, y el escritor se cuida de que quede bien comprendido. Justamente el procedimiento opuesto al del simbolista, el cual con una llave parecida a la de Melville, acostumbra a dar pie a una variedad de interpretaciones como el símbolo lo permita; quizá para dar a entender que el fin último de la literatura no es dotar al arte de un “realismo mágico”, sino de envolver esa realidad misma.

Dicha tradición literaria estadounidense fecunda al cine de Hollywood, a sus directores y guionistas; por lo menos aquellos que se han ocupado del cine auténtico.  Si el leviatán melvilleano como monstruosa ballena se erige como símbolo del mal, no es extraño que el cine de la autoconsciencia como el de William Friedkin, se ocupe de decir sin alegorizar cada uno de los temas que despliega, lo que lo contrapone el cine masturbatorio de Kubrik tan en boga por esa época. En diversos pasajes de la novela, la ballena es identificada como el maligno encarnado, el capitán Ahab se hizo eco de esa idea cuando llamó a Moby Dick el “escurridizo gran demonio de la vida de los mares”. En el capítulo 99 Ishmael dice: “En todas las cosas está oculto siempre un significado, de lo contrario, poco valdrían, y el mundo mismo no sería más que un signo vacío”.

El cine de la generación de los setentas (de la autoconsciencia, Faretta) y ciertos escritores operan con ese simbolismo que esta inherente en el arte. Películas como El Exorcista de Friedkin recoge dichos signos ricos en significados que están presentes desde las primeras escenas del film, donde el padre Merrin sabe con plena consciencia que los sellos y objetos presentados desde la excavación apuntan a lo sagrado en su doble vertiente de maldito-sacro. Dichas reliquias son signos de algo más grande cuya comprensión no se abarca en toda su extensión. El sacerdote en su misión arqueológica ha desenterrado un pasado como seña de una realidad superior, lo reconoce en un ejercicio pleno de apercepción. Por un lado, de las entrañas de la tierra de cuya boca se ha arrancado una piedra inorgánica se vislumbra la terrosa imagen de una cabeza que representa una deidad antigua. Cuya iconografía completa, que es por demás conocida, es la cabeza de aquel demonio antiguo que ostenta los siguientes atributos en la conocida efigie preservada en el museo de Louvre: rostro bestial –de león o perro salvaje-, patas de ave de rapiña, cuatro alas como molino, cola de escorpión, pene de serpiente y garras en vez de manos. Dicha estatua es un arconte bestial cuyas características refieren un rompecabezas de animales típicamente reconocidos como símbolos de la iniquidad. El enclave de la excavación está en el distrito de Al-Hadar donde antiguamente se encontraba la última capital de Asiria de aquella ciudad conocida por múltiples relatos bíblicos e históricos llamada Nínive.

Nínive es una ciudad antigua que llegó a su esplendor alrededor del 700 a. C., su nombre es de origen acadio de la palabra Ninua cuyo significado es simplemente pez. En el libro de Jonás, Nínive es la ciudad a la que Dios envía a Jonás para advertirles sobre su inminente destrucción debido a su maldad. Después de que sus habitantes se arrepienten, Dios perdona a Nínive, lo que convierte a la ciudad en un símbolo de redención y misericordia divina. No es extraño relacionar el nombre de la ciudad con el animal que devoró al profeta. Imagen-sombra del sacrificio de Cristo, su muerte en la cruz, descenso a los infiernos-sepulcro  y resurrección. El relato de Jonás y la ballena, su advertencia a dicha ciudad prevalecen hoy como cifra de la marca cainita inherente a las ciudades y civilizaciones posteriores a la caída en el Edén. En el libro de Nahum la invectiva contra esa ciudad es particularmente dura: "ciudad sanguinaria" que seduce a las naciones con sus fornicaciones. Antes de su decadencia, Nínive fue el centro del mundo, los llamados jardines colgantes de Babilonia estaban asentados en el cenit de dicha ciudad durante el reino de Senaquerib. Durante el reinado de Asurbanipal se fundó una biblioteca que contenía 30,000 tablillas de arcilla que concentraban todo el saber e historia de las civilizaciones desarrolladas en lo que hoy se conoce como Mesopotamia. En las excavaciones del padre Merrin se observan estatuas de la época de Asurbanipal y de cómo ese pasado emerge entre las arenas de dicho desierto iraquí.

Las reliquias desenterradas son las antiguas edades que brotan para dar testimonio de lo que hay debajo. Dicha roca inanimada ira contaminando todo lo orgánico a su alrededor, parasitando el espacio geográfico así como también el cuerpo/alma de sus huéspedes. La seducción es retro-alimentativa: el arqueólogo busca conocimiento del pasado y el pasado se apropia del presente como una suerte de hechizo. El mecanismo es claro. Al momento de ser tocada la dulce pieza con sus relieves y formas antiguas, se encuentra un enamoramiento estético con ese pasado re-actualizado, apropiación que crea un signo meduseo a su alrededor en el que petrifica a través de las frías miradas de roca el alma de aquellos desempolvadores del conocimiento. Merrin lo intuye cuando observa que el reloj ha parado en las oficinas del director de la excavación. En ese momento la belleza de lo arcaico se ha apropiado del futuro…

Merrin ha arrancado de la tierra el fruto del conocimiento del pasado. La primera posesión de eso inorgánico es la geografía del lugar, para después ocupar el interés por lo museístico, esa excavación abre un hoyo también en el corazón del padre jesuita. Lo cual desencadena una serie de reverberaciones en el plano presente en el que el padre Merrin se ha convertido en el huésped involuntario de un extrañamiento. Eso que era ajeno y permanecía oculto se hace lugar como enigma inquietante. El proceso recesivo se traduce en caída interna manifestándose así como exaltación nerviosa y enfermedad. Un ejemplo de cómo eso inorgánico se puede apropiar del entorno y ocuparlo orgánicamente puede ser la excavación y refinación petrolera que a la postre se convierte en polución y detrimento de la calidad de vida de los elementos orgánicos participes de dichas transformaciones. Sin contar, por supuesto la serie de daños causados por las guerras en las que dicho combustible genera alrededor…

La estimulación del agente extraño se manifiesta en la adicción exponencial que va ocupando en su huésped. El objeto va ocupando la calidad del sujeto. El ciclo de la reliquia comienza en su salida a la superficie y se cierra en si misma cuando se le precipite a una función de mero extrañamiento. De ahí que lo sobre-natural pueda manifestarse en la realidad a través de lo natural, de lo contrario no tendría sentido dicha manifestación que degenera en infestación. En la película el espacio geográfico idóneo como psico-geografía es el yermo. Los granos de arena como símbolo de la batalla que está a punto de desarrollarse, en el Nuevo Testamento es el desierto el lugar de la lucha de Cristo contra las tentaciones de Satanás. En la modernidad el desierto ha sido el lugar de las guerras más cruentas de Oriente Medio. El yermo como arena de lucha, como Coliseo esta simbolizado en la contraposición entre Merrin y Pazuzu. Las tormentas de arena del desierto, se erigen como la arena de una lucha mayor donde los vientos son el presagio de plagas y pestes. La lucha por el petróleo entre oriente y occidente forman parte de esas resonancias políticas en las que el mal de manera extraña se siguen manifestando. Las garras del demonio apuntan al cielo y a la tierra, manteniendo como estrategia ese dualismo vulgar donde aquellos asirios antiguos concebían al bien y el mal como dos principios ontológicos. La estrategia continúa derivando en una demo-ontología en la que se confunden y mantienen dos principios como columnas de la realidad. En esa lucha desigual solo puede prevalecer la gracia de la que Merrin es un instrumento que en la película se establece el yermo como arena de conflicto. El polvo como lugar de lucha mantiene ese mismo principio, de ahí que donde se desarrollan peleas de box o cualesquiera parecidas se conozcan justamente con ese nombre “arenas”. Recordemos que en ese espacio era el lugar idóneo para desarrollarse la guerra, precisamente por la planicie y la igualdad de condiciones que ofrecía un lugar con esa geografía. La arena por otro lado anuncia sangre, porque la sangre y la arena forman un vínculo especial de limpieza. De ahí que los ruedos de toros contengan arena.


Por otra parte, surge de aquella excavación un antiguo sello que es una medalla de la efigie de San José, el padre adoptivo y jurídico de Jesús. Tiene una frase en latín que la casi  circunda: “Sancte Joseph ora pronobis” que se traduce como “Santo José, ora por nosotros”. Dicha medalla de metal no solo contrapone a la imagen de la cabeza del demonio de piedra, la superpone porque es “de un periodo más tardío”, inclusive Merrin se pregunta ¿Cómo llegó esto aquí? La medalla es un símbolo de protección familiar. Este objeto es un índice que apunta a la figura paterna protectora que a Regan le falta en su vida. Sirve como figura paterna física y simbólica. Representa a Dios entrando en su vida para protegerla del daño.

Posteriormente observaremos que esa medalla, aquí apuntada como índice, se desplegará en icono en el medallón que porta Karras que es y no es a la vez el mismo. Y que por otra historia de Blatty “La novena configuración” se ha confundido con la medalla de San Cristóbal o Santcte Cristophoros de Christ (cristo) y phoros (el que carga o porta) por lo tanto, el que carga a Cristo.

En la leyenda aurea se cuenta que un antiguo gigante cananeo se dedicaba a cambio de monedas a cargar a los viajeros para cruzarlos al otro lado de un gran rio caudaloso. En cierta ocasión un niño le pidió al gigante que lo pasara. A lo que el bruto de nombre Reprobus accedió, montándose al pequeño a sus espaldas, cuando avanzó casi se hunde por el tremendo peso del muchacho. El niño era el mismo Cristo, el cual le revela su identidad. Aquel pagano se cristianizó bautizándose con el nombre de Cristóbal, es decir “el que cargó a Cristo”. Es el homo viator protector de los viajeros peregrinos, San Cristóbal como San José son figuras paternas sustitutivas. Ya que uno lo carga en su regazo y otro en sus espaldas.

En la iconografía de los santos orientales, San Cristóbal es representado con la cabeza de perro, llamado por ello “Kinocefalo”. San Basilio contaba que Cristóbal antes de su conversión era un pagano que comía carne humana y era un salvaje que al bautizarse se humanó. Dicha leyenda sagrada es la representación de justamente esos pueblos bárbaros del oriente cristianizados, por ello se decía que aquel era cananeo un juego de palabras con cabeza de perro. Justamente como esos dioses bestializados, aquí por ello Karras desentierra una curiosa figurilla cuya cara emula la de un canido.


Al principio del El Exorcista la figura sustitutiva paternal de Regan es el Capitan Howdy (forma de un saludo familiar en el sur de EE.UU.), que es en realidad una entidad sobrenatural, que se manifiesta a través de la tabla ouija. La relación entre juego infantil, terror espiritual y magia (en el cine) será tratado en el siguiente capítulo.

La medalla de Karras que representa únicamente en la película a San José, es aquí índice al duro trabajo como figuras sustitutivas que tendrán que enfrentar estos padres jesuitas para liberar a la niña de 12 años. Edad simbólica de paso a la madurez, recordemos que es la edad  en la que Jesús y la Sagrada Familia emprenden su peregrinaje a Jerusalén para asistir al templo, donde acontece que Jesús se pierde para predicar a los maestros de la ley.

En las primeras escenas de la película, se observa la casa de las Regan como premonición de la noche que vendrá, para completar el simbolismo de la sagrada familia como seña de protección se acude a la imagen de la Virgen María.

La medalla de San José es el indicador del enfrentamiento terrible entre Karras y el demonio. Lo vemos simbolizado en los perros enfrentados en el desierto al principio. San Cristóbal en la iconografía, como hemos visto, es representado como un perro; que bien puede ser también un perro de la fe. La palabra medalla viene de medalia que quiere decir mitad, el símbolo en la antigüedad era una moneda que se partía en dos como seña y contraseña, de ahí symbole que se unía a posteriori como señal de ajuste. El ajuste de cuentas une lo que se ha separado y se contrapone al dyabole o aquello que se ha separado o desunido. Al final dicha medalla es arrancada por Regan-demonio del cuello de Karras antes de poseerlo. La medalla es recogida del suelo para terminar en las manos de Chris, la madre de Regan y la conserva. El final siempre está enterrado en el principio. En El Exorcista de Friedkin el principio está enterrado también en el final.


En el film todos los personajes serán  probados en su fe, los padres jesuitas no estarán exentos de esa duras pruebas. En ese yunque que resuena en el principio tres herreros golpean “esos címbalos que resuenan”. Así todos serán golpeados por el demonio, principalmente Karras, Merrin y Regan.

En ese desierto del inicio se muestra un profundo vórtice de múltiples colas donde han convergido tres religiones: la arcaica o asiria, la cristiana (enterrada) y la islámica inserta en la modernidad. Un terreno de antiguas ruinas pobladas hoy por mezquitas. En esa dura hora se nos muestra alrededor del minuto diez de la película como eso demoniaco atraviesa la ciudad por el puente vehicular hasta la ciudad de Georgetown, la pesadilla apenas comienza.


[1] Melville, H. Moby Dick. P. 10.


Escribe, Iván González 

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