PANDEMOCRACIA. El film Salò y la representación de la violencia soberana.

 

PANDEMOCRACIA


El film Salò y la representación de la violencia soberana.

 

Por Iván González.







"Para ver funcionar las disciplinas perfectas, los gobernantes soñaban con el estado de peste."

 

Michel Foucault.

 


 

En la película Saló o le 120 giornate di sodoma de Pier Paolo Pasolini (1973), que recrea la célebre obra del Marqués de Sade "Les 120 Journées De Sodome", se nos representa la permanente subyugación que ejercen aquellos que detentan el poder de manera destructiva sobre una comunidad. Es un claro ejemplo de la violencia soberana que ve logrado en un control absoluto de la vida un sistema, que como observamos en la obra del Marqués, logra un encierro total en el que cada actividad es regulada; desde las comidas hasta las deyecciones, esa relación entre sexo y poder está presente a través de la obra de Sade: en la Filosofía del Tocador leemos: "No existe un sólo hombre que no desee ser déspota cuando fornica". 

 

La opera omnia del Marqués de Sade nos muestra como tema recurrente y constante la relación estrecha entre poder y control. En particular el film de Pasolini expresa de manera simbólica la violencia soberana del poder representada por cuatro personajes con designaciones en estrecha relación con la esfera del mando: el Presidente, el Duque, el Obispo y el Magistrado, dichas figuras hacen del cuerpo de sus prisioneros el lugar idóneo de la política; ya no es la polis, es precisamente en el uso de los cuerpos donde el soberano va a encontrar el espacio idóneo para desplegar la autoridad. Es justamente en el control de las funciones fisiológicas donde la decisión establece una inversión del orden; es decir, quiere ordenar inclusive aquello que no se puede gobernar, como las funciones meramente instintivas. El cuerpo como espacio político que halla en la salud y la enfermedad el paradigma para afirmar el voto, ya no como una entrega, sino como un acto de sometimiento, el déspota sentándose en el trono de dios, como si fuera Dios.

 



De acuerdo a los que expone Foucault en "Vigilar y Castigar" fueron los estados de peste y de lepra los que heredaron a la modernidad los modelos para el orden de la sociedad a través de los métodos de inclusión y de exclusión, en uno se encierra y en otro se separa. Este espacio de indiferencia entre inclusión-exclusión encuentra su síntesis perfecta en el paradigma del campo de concentración, donde tampoco escapaban los fines médicos y eugenésicos que el fascismo obsequió a la política moderna.

 

Es en el régimen nazi donde la política actual encuentra su paradigma no sólo, como afirma Giorgio Agamben, para el estado de excepción permanente, sino también lo médico como una herramienta eficaz del poder, nos dice Foucault: "La peste como forma a la vez real e imaginaria del desorden tiene como correlativa médico y político la disciplina", y como afirma Agamben en “Homo Sacer": "El hecho es que el Reich nacional socialista señala el momento en que la integración de medicina y política, que es uno de los caracteres esenciales de la biopolítica moderna, comienza a asumir su forma acabada. Y esto implica que la decisión soberana sobre la nuda vida se desplaza, desde motivaciones y ámbitos estrictamente políticos, a un terreno más ambiguo, en que médico y soberano parecen intercambiar sus papeles".

 

Por tanto se hace comprensible la sospecha de múltiples voces intelectuales alrededor del mundo que observan un manejo casi fascista del control de la pandemia o una oportunidad del poder para afianzar sus métodos de control. 

 

Si asumimos la visión de Carl Shmitt del soberano como el que decide sobre el estado de excepción. La preocupación de esas voces se hace patente en un mundo donde el estado de excepción permanente es el diario vivir, dónde se le está otorgando al soberano en la modernidad un poder sin límites bajo la máxima de nuestros tiempos: la seguridad.

 

A estas alturas la discusión no es si la pandemia es real, si fue a propósito o si es un invento. Pandemias han existido a través de la historia en recurrentes ocasiones, el componente en estos tiempos de pandemia no es la reclusión celular, es la construcción de un poder sin límites y terrible en una época de supuesta libertad. Quien marca el ritmo de la muerte es la matemática y la estadística, los números y el gabinete al servicio de la ineptitud y de la muerte.

 

Tanato-política y Bio-política se están correspondiendo como en ninguna época de la historia y encuentra su evidencia en la crisis dentro de la crisis. El terror inhumano abre su campo de desarrollo justamente en una época de igualdad y libertad. "El miedo prepara para aceptarlo todo". Ese es el verdadero peligro.

 

 




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