SPLIT. Shyamalan y lo maldito.
SPLIT
Shyamalan y lo maldito.
και επηρωτα αυτον τι ονομα σοι και
λεγει αυτω λεγιων ονομα μοι οτι πολλοι εσμεν
KΑΤΑ ΜΑΡΚΟΝ 5:9
Split (Fragmentado en Hispanoamérica
y Múltiple en España, 2016) es una cinta que cuenta con la dirección y el guion
del autor indo-estadounidense Night Shyamalan;
forma parte de la trilogía que inició con Unbreakable (2000) y
que cerró con Glass (2019). Las tres cintas forman parte de un
arco que hace una deconstrucción a la figura del súper héroe de cómic, esa
tradición norteamericana que da una dimensión política y existencial a la
figura del héroe clásico que está más enmarcado en lo trágico.
En Split se desarrolla un relato cuyo principal
protagonista es el personaje Kevin Wendell Crumb que padece trastorno de identidad
disociativa, interpretado de manera notable por James McAvoy; el cual secuestra
a tres mujeres estudiantes y su relación de encierro a través de sus
veinticuatro personalidades.
Esta cinta es ante todo una película acerca de la
fragilidad, también de cicatrices y de cómo se enfrenta la vida a partir del
dolor, al menos aparecen tres posibilidades: quienes no pueden sanar sus
heridas y se pierden en la vorágine de la desesperación, aquellos que en una
fortaleza estoica custodian su poder y quienes paralizados por las cicatrices
persisten en demostrar su preponderancia. En terminología sociológica y
demográfica observamos identificados a tres bloques generacionales: los baby
boomers, la generación X y a la popularmente llamada generación de cristal. Siendo
así, este tríptico cinematográfico con alto valor simbólico, una muestra como en espejo de las profundas
brechas existentes que rompen lo individual y nos regresa una imagen
distorsionada de una sociedad cada vez más disociada.
No es la intención de este análisis hacer obvio el
simbolismo, a fin de cuentas esta lectura está basada en un puntual análisis de
la cinematografía de un director que tiene claras dos cosmovisiones que
parecieran contradictorias, pero que tienen más en común de lo que pensamos: el
american way life y la concepción hindú de lo sagrado; enmarcados en una
educación católica.
Esta segunda entrega persiste en un constante y
reiterativo simbolismo de la triada, la cual en las tradiciones occidental e
hinduista son el eje que conforma y da
significado a la mentalidad de lo existente, la triada es un concepto recurrente
herencia directa de nuestra tradición indoeuropea. Las potencias del alma, la
trinidad, la triada sagrada hindú, los tres reinos de la naturaleza, las tres
edades, la división de poderes, la triada dialéctica, la triada filosófica, los
tres grandes autores de la sospecha y múltiples sentidos sagrados de la
agrupación de tres; son una constante en la mitología griega, desde las erinias
hasta las moiras. Es como si nuestra percepción de lo real estuviera delimitado
a no poder contar más allá del tres y lo terciario.
La oposición natural del tres es lo único y lo dual, por supuesto contando también esa masa amorfa de lo múltiple, esta tradición numérica no es ajena al cine de Hollywood y lo podemos observar en cintas como Rio Bravo, de la cual hablaremos próximamente.
En esta película como en un vaso refractante vamos a
observar distorsionado este principio sagrado, es en la Horda donde se hace
evidente una realidad impensable: lo dialectico es una inversión de lo sagrado.
Es decir, lo monstruoso no es sino desacralizar lo insacralizable. Esta imagen
persistente la vamos a observar cuando el personaje principal que se revela
como “La Bestia” es un súper hombre en la más pura tradición Nietzscheana, el
cual desafía a lo sagrado condensando las potencias humanas en lo monstruoso,
aquí aparece sin ambages “Ungeheuer”, lo monstruoso, lo informe, lo que desborda cualquier límite y no puede
acotarse con formas definidas.
Lo dionisiaco se anuncia en Dennis, una personalidad
fría y calculadora, la cual es el precedente directo que como profeta prefigura
a la terrible bestia. Sin duda este planteamiento narrativo es un evento de dos
dimensiones: por una parte el nacimiento del monstruo y el espacio diegético de
la catábasis. El resumen de este espacio se ve delimitado en una reiteración desagradable
del color amarillo en ese sótano infernal, antesala de lo animal sobrepuesto
como un espacio zoológico. Que pareciera gritarnos la máxima de Zarathustra: deshumanizar la naturaleza, naturalizar al hombre.
No hay
conclusión, solo podemos afirmar que el héroe de las mil caras y su periplo también
puede ser identificado con el villano de las mil caras y su mal viaje, también,
por qué no, para curarnos de vez en vez del complejo de Superman debemos reconocer que el único que lo
puede todo es Dios, y nosotros en ÉL. Sólo en ÉL. A fin de cuentas, sin afanes de
absolutizar, todo se trata del poder. Él cual no es malo per se, el problema no
es el poder, sino del que lo ejerce.
Nota bene: No olvidemos que el mismo Shyamalan se ha autodefinido como: "Only Hindu in Catholic School".
Comentarios
Publicar un comentario